La contaminación del aire baja al mínimo de la década en España

Un total de 12,5 millones de personas respiraron el año pasado aire con niveles de contaminación superiores a los límites legales recogidos en la legislación europea y española, lo que supone 2,3 millones menos respecto a 2018 y la cantidad más baja desde 2011. Pese a ello, persistieron los incumplimientos de esos umbrales en Madrid, Barcelona y otro medio centenar de zonas.

Si se toman los valores límite recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la población que respiró aire contaminado en 2019 asciende a 44,2 millones de personas (94% de la ciudadanía), la cifra más baja desde 2016. Y respecto a la protección de la vegetación, unos 253.500 kilómetros cuadrados (el 50,2% del territorio español) soportó unos niveles de polución que incumplen los estándares legales para proteger los cultivos agrícolas y los ecosistemas naturales.

Así figura en un informe de Ecologistas en Acción, titulado ‘La calidad del aire en el Estado español durante 2019’, elaborado por Ecologistas en Acción y hecho público este martes.

El informe, coordinado por Miguel Ángel Ceballos, se basa en los datos oficiales de 805 estaciones de medición del control de la contaminación atmosférica de todas las comunidades autónomas, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, las autoridades portuarias del Estado y los ayuntamientos de A Coruña, Gijón, Madrid, Ourense, Valladolid y Zaragoza; por primera vez se incluye información de Ceuta y Melilla, así como de los principales aeropuertos gestionados por AENA.

La investigación toma como referencia los valores máximos de contaminación recomendados por la OMS y los valores límite legales de obligado cumplimiento recogidos en la normativa comunitaria y española, y analiza la calidad del aire que 47 millones de españoles respiraron el año pasado en relación a la protección de la salud humana, así como en relación a la protección de la vegetación y los ecosistemas.

TIPOS DE CONTAMINANTES

La principal fuente de contaminación atmosférica en las áreas urbanas, donde vive la mayor parte de la población es el tráfico motorizado, pero también hay otras, como las centrales termoeléctricas de carbón y petróleo. En el resto de las áreas suburbanas y rurales, el problema fundamental está en las transformaciones químicas de los contaminantes originales emitidos por el tráfico urbano, las industrias y la ganadería intensiva.

Los contaminantes que provocaron más problemas de salud son las partículas en suspensión (PM10 y PM2,5), el dióxido de nitrógeno (NO2), el ozono troposférico u ‘ozono malo’ (O3) y el dióxido de azufre (SO2).

Las partículas en suspensión abarcan un amplio espectro de sustancias orgánicas o inorgánicas, dispersas en el aire, procedentes de fuentes naturales (como el polvo procedente del Sahara) y artificiales. La principal fuente de NO2 son las emisiones provocadas por los automóviles, sobre todo los diésel. El O3 se produce fundamentalmente en verano por la mayor presencia de la radiación solar. Y el SO2 se genera por la quema de carbón y petróleo.

El año pasado descendieron las concentraciones de NO2, se mantuvieron estables los de O2 y subieron los de partículas PM10 y PM2,5 y de SO2. «El resultado global ha sido una ligera mejoría de la situación, con una mejor población y territorio afectados por la contaminación», indica el informe.

ZONAS GEOGRÁFICAS

Los contaminantes clásicos (partículas, NO2 y SO2) afectaron al 70,3% de la población española, concentrada en las principales ciudades, el entorno de las grandes centrales termoeléctricas de carbón de Andalucía, Aragón, Asturias, León y Galicia, o zonas industriales como Avilés (Asturias), la bahía de Algeciras (Andalucía), Huelva, el Cap de Tarragona, el Valle de Escombreras (Murcia) y Puertollano (Castilla-La Mancha).

Las áreas urbanas y/o portuarias de Avilés, Bailén, Barcelona, Tarragona, Plana de Vic (Barcelona), A Coruña, Escombreras, Granada, Gran Canaria, Madrid, Marbella, Puertollano, Santander y Villanueva del Arzobispo (Jaén) superaron en 2019 los valores límite establecidos por la normativa vigente para algunos de esos contaminantes.

Un año más, el contaminante más extendido fue el ozono troposférico, cuyos niveles se mantuvieron estables. Ante el prolongado calor estival, la mayor parte de la población y del territorio de España estuvieron expuestos a concentraciones de O3 peligrosas para la salud humana y vegetal.

Por otra parte, los aeropuertos de Barcelona y Madrid registraron numerosas superaciones de los estándares legales de ozono. En los puertos de Almería, Motril (Granada), Santander, Barcelona, Tarragona y Escombreras (Murcia) se superaron los límites legales de PM10 y/o NO2, por el movimiento y el almacenamiento al aire libre de graneles sólidos o por el aumento del tránsito de buques de mercancías y de pasajeros (cruceros).

SOLUCIONES

Para Ecologistas en Acción, mejorar la calidad del aire urbano pasa por disminuir el tráfico motorizado potenciando el transporte público, la bicicleta y el tránsito peatonal. También considera necesario promover el ahorro energético, adoptar las mejores técnicas industriales disponibles, cerrar las centrales térmicas de carbón, penalizar el diésel, reducir el uso del avión y declarar un área de control de las emisiones del transporte marítimo en el Mediterráneo como las del Báltico y el Mar del Norte.

Esta organización apuntó que la crisis sanitaria del Covid-19 ha corroborado que «la reducción del tráfico en las ciudades tiene claros efectos en la disminución de la contaminación, algo que a su vez supone una importante mejora de la salud pública».

(SERVIMEDIA)