El deportista extremeño, protagonista de un desagradable incidente durante el confinamiento, muestra su cara más humana: amante del café, enamorado de su tierra y la argamasa del equipo español.
El triatleta paralímpico Kini Carrasco ha sido foco de actualidad hace unos días por una situación desagradable, ya que al salir a entrenar como Deportista de Alto Nivel fue insultado por algunos ciudadanos (si les puede calificar así) que también le lanzaron cubos de agua al creer que se estaba saltando las normas del confinamiento. Una pequeña minoría que se transformó posteriormente en apoyo y solidaridad de la gran mayoría de la gente.
«Me ha tocado vivir las dos caras: por un lado, la parte más triste con el tema de los insultos, y por otro, la más agradable y amable con el apoyo que me han demostrado. Ahora salgo a entrenar y la gente me pita con el coche y me saluda. Bueno, son cosas que pasan, pero no debemos dar más importancia a alguien que se dedica a insultar de esa manera», ha manifestado Kini en las redes sociales del Comité Paralímpico Español.
Con experiencia en 3 Juegos Paralímpicos y un buen número de Mundiales y Europeos, Carrasco reconoce que lo tendrá muy difícil para estar en Tokio como deportista, aunque admite que «podría tener la posibilidad de acudir como miembro del cuerpo técnico de la Federación Español de Triatlón. Estar en mis cuartos Juegos, aunque sea de esta manera, es algo impensable cuando te dedicas a esto».
El triatleta extremeño es es «un enamorado del café. Y lo cierto es que lo paso mal cuando salimos por ahí a competir al extranjero, porque no suelen poner bien el café. Les cuesta mucho entender un café con hielo por ejemplo».
El deporte siempre ha estado unido a la vida de Kini Carrasco. Comenzó con el baloncesto, jugando en el Cáceres y donde tiene una particular anécdota con la gran estrella extremeña del mundo de la canasta, José Manuel Calderón: «Lo conocí y lo he seguido desde pequeño, pero lo más curioso es que yo me he enfrentado a su padre».
Su patria chica
Orgulloso a más no poder de su tierra, Extremadura, y su ciudad, Cáceres, reconoce que haya donde puede hace patria chica. «Me siento muy orgulloso de mi tierra y creo que mi ciudad es una de las más bonitas del mundo. Es más, tengo tatuado en uno de mis gemelos la bandera de Extremadura y la de España».
El gran ambiente en la selección española de triatlón es una de las cosas que más destaca y sonríe cuando algunos de sus compañeros dicen que hace ‘trampas’ cuando acude a campeonatos con su autocaravana. «Es cierto que suelo pedir la mejor ubicación para las transiciones y me la suelen conceder casi siempre». Además, admite el mote que tiene dentro del equipo nacional: «me dicen que me parezco al hermano malo de los Dalton por aquello de la perilla y demás. Esto demuestra el buen rollo que tenemos, y de ahí quizá también vengan los buenos resultados que obtenemos».