Los datos más recientes apuntan a que la actividad económica mundial ha experimentado una fuerte caída debido a los efectos del COVID-19 y las medidas de contención adoptadas en prácticamente todos los países del Globo, en un contexto en el que no ha existido homogeneidad en cuanto a los criterios sanitarios y económicos empleados en la toma decisiones para hacer frente a la emergencia sanitaria.
Países como China o las principales economías europeas ya han comenzado a aplicar procesos de desconfinamiento, e inician una primera fase de reconstrucción con ritmos de actividad aún muy limitados debido a las necesarias precauciones que aún deben aplicarse para evitar posibles repuntes de la pandemia, y que, sin duda, retrasará la recuperación económica.
En lo referente a los mercados financieros, la estabilización del número de contagios del coronavirus y las medidas de desescalada parecen haber conferido algo de confianza en los inversores, aunque estas primeras señales iniciales de optimismo se han visto rápidamente rebajadas por el temor a un aumento de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, tras las últimas declaraciones del Presidente de EEUU que apuntan a nuevos aranceles.
Por otro lado, en cuanto a las materias primas, se prevé que a medida que se vaya recuperando la actividad productiva, pueda ir despejándose la incertidumbre que desde el comienzo de la pandemia ha llevado a reducido los precios de las principales materias primas, especialmente en el caso del petróleo que, a finales de abril llegó a situarse en torno a los 5 dólares por barril de Brent, aunque ya en el mes de mayo, ha comenzado a apreciar repuntes que han situado la cotización durante las primeras semanas sobre los 28 dólares/barril.
En este escenario, la Comisión Europea acaba de publicar su Informe de Previsiones de Primavera, en el que indica que el PIB mundial se reducirá un 3,5% al cierre del presente ejercicio, una tendencia que sería más acusada en buena parte de la economías avanzadas del mundo, especialmente en el conjunto del Área del euro donde se prevé una caída del PIB del 7,7%, como consecuencia de la fuerte contracción prevista en economías como Italia o España, donde se prevé descensos del 9,5% y del 9,4%, respectivamente.
En sus primeras estimaciones, la Comisión Europea alerta que la recuperación económica tras la pandemia no estará exenta de incertidumbre y riesgos bajistas, y que, en todo caso, será asimétrica entre los distintos países.
En este sentido, es importante destacar que el impacto del COVID-19 no ha tenido la misma intensidad en todos los lugares, ni tampoco se han tomado las mismas medidas de contención, tanto en términos sanitarios como económicos.
Por su parte, el Gobierno de Estados Unidos ha aplicado medidas económicas de gran contundencia que podrían superar los 2,5 billones de dólares entre medidas fiscales, avales y otras inyecciones de liquidez, en un contexto en el que el empleo se ha visto afectado con una gran intensidad.
Así, se estima que el PIB estadounidense habría caído en el primer periodo del año un 1,2% trimestral, al tiempo que se prevé que la caída en el segundo trimestre será más intensa, dado que recogerá el efecto de la paralización de la actividad desde el mes de abril.
Por otra parte, en China, el descenso del PIB en el primer trimestre del ejercicio se habría situado en un 9,8% trimestral, siendo este el lugar donde apareció el primer caso de coronavirus y en el que antes se adoptaron medidas para su contención. Las medidas de confinamiento se han ido suavizando con el fin de reactivar la economía, y la producción y el consumo han comenzado a mostrar señales de recuperación, aunque a un nivel más lento del esperado.
En lo que concierne a la Eurozona, el desplome de la actividad ha llevado al PIB del área a experimentar un descenso trimestral del 3,8% en el primer trimestre, aunque, al igual que en el caso estadounidense, se espera que los resultados del segundo periodo del año sean más desfavorables. Las medidas de estímulo aprobadas han sido de distinta intensidad, según el país, dado que no todos tienen el mismo margen de actuación, en términos fiscales.
En este ámbito, tras las últimas reuniones del Eurogrupo, se ha anunciado que los recursos del MEDE ya estarán operativos y a disposición de los miembros de la Eurozona a partir del día 1 de junio, en forma de préstamos a un tipo de interés del 0,115% y con un vencimiento de 10 años.
Estos préstamos estarán limitados a financiar los costes directos e indirectos en el ámbito sanitario, con una cuantía máxima del 2% del PIB del país solicitante, lo que permitiría a España acceder a 25.000 millones de euros.
En el seno del Eurogrupo, también se acordó la puesta en marcha del programa SURE, para la financiación de los costes derivados de las medidas de regulación temporal de empleo (ERTEs), a falta todavía de completar su proceso de tramitación; y se informó de que la Comisión Europea presentará a finales del mes de mayo su propuesta para el fondo de recuperación de la pandemia.
Por su parte, el Banco Central Europeo prepara nuevos estímulos monetarios, a través de la mejora de las condiciones de su programa de financiación a largo plazo, conocido por las siglas TLTRO III, entre los meses de junio de 2020 y junio de 2021; al tiempo que ha anunciado una nueva serie de operaciones de financiación a plazo más largo frente a la pandemia (PELTRO), para apoyar la liquidez del sistema financiero de la Eurozona.
En otro orden de asuntos, la reanudación de las negociaciones entre la Unión Europea y el Reino Unido para establecer el acuerdo comercial que rija su relación al término del periodo transitorio, ha traído un nuevo traspiés en las conversaciones, bloqueadas, en este caso, por la falta de consenso en materia pesquera y en el establecimiento de las condiciones básicas que permitan garantizar una competencia económica abierta y leal.
En lo que respecta a la economía española, a finales de abril se conocieron los datos de avance de la Contabilidad Nacional Trimestral, correspondientes al primer trimestre del ejercicio, en los que se pone de manifiesto la intensa minoración que han experimentado el consumo de los hogares (-7,5%), la inversión (-5,3%) y el sector exterior, especialmente el gasto de los no residentes, que habría caído en un 18,6%, lo que da una primera medida aproximada del impacto de la pandemia sobre los ingresos de la actividad turística.
Bajo estas condiciones, el PIB del conjunto del país experimentó una caída del 5,2% durante el primer trimestre del año, y como cabía esperar, las ramas más castigadas han sido la actividad comercial, el transporte y la hostelería, que, en conjunto, habrían observado una minoración del 10,9%; al tiempo que el VAB de la construcción también habría descendido de forma destacada (-8,1%).
En términos interanuales, la contracción del PIB español se habría situado en un 4,1 por ciento.
En este contexto, como ya hemos indicado, la Comisión Europea prevé que el PIB español registrará una disminución del 9,4% en el conjunto del año 2020, y superará la caída prevista para el conjunto del Área del euro en 1,7 puntos (-7,7%), debido al parón de la práctica totalidad de la actividad económica derivado de las fuertes medidas de confinamiento adoptadas en respuesta a la pandemia, augurando efectos negativos sobre el empleo y un aumento considerable del déficit público, que podría situarse en el 10,1% al cierre del año, tan solo superado por el que se espera que alcance Italia que superará el 11 por ciento.
Asimismo, se espera que las actividades productivas reinicien la recuperación a medida que comiencen a retirarse las restricciones aprobadas durante el Estado de Alarma, si bien, lo harán a distinto ritmo que impedirá a la economía recuperar el terreno perdido no antes de 2021.
En cuanto al mercado laboral, las cifras de afiliación a la seguridad Social a último día del mes de abril muestran que continuó destruyéndose empleo, aunque a un ritmo menor, apuntando 49.074 efectivos menos que en marzo (-0,3%); mientras que el paro registrado sigue aumentando a una velocidad elevada, con 282.891 desempleados más que el mes anterior (+7,97%).
En lo concerniente a la economía canaria, las principales cifras siguen mostrando que las Islas sufren con una mayor intensidad el impacto de la crisis sanitaria y económica, dada su mayor sensibilidad ante la paralización de las actividades relacionadas con la hostelería, el comercio, o el transporte.
En este sentido, los datos de la Contabilidad Trimestral de Canarias ponen de relieve que el PIB del Archipiélago habría registrado una caída trimestral del 6,6% durante el primer trimestre de 2020, lo que supone una caída de 1,4 puntos por encima de la registrada por el conjunto del país (-5,2%), destacando, sobre todo, la caída del 6,9% en los servicios y del 6,4% en la construcción; al tiempo que la agricultura y la industria también vieron reducir el valor de su producción un 4,4% y un 2,3% trimestral, en cada caso.
En comparación con el mismo trimestre del año precedente, el retroceso del PIB en Canarias se sitúa en un 5,9%, 1,8 puntos más que en el ámbito nacional (-4,1%).
El empleo sigue arrojando cifras negativas, registrando a último día del mes de abril una disminución de 11.494 afiliados a la Seguridad Social, un 1,5% menos que en marzo, concentrándose la caída, principalmente en los servicios (-10.904 efectivos), especialmente, en ramas como el “Comercio” (-2.827 personas), las “Actividades administrativas” (-1.540 trabajadores) y la “Hostelería” (-1.307 afiliados), en un contexto en el que la Construcción apuntó un alza de 329 nuevas altas en comparación con el mes de marzo, fruto de la tenue reanudación de la actividad del sector durante el mes de abril.
El paro registrado continúa ofreciendo en Canarias peores resultados que a nivel nacional, anotando un aumento del 12,01% (+27.347 desempleados).
En este sentido cabe destacar que los ERTEs han constituido una herramienta esencial para mantener el empleo durante el periodo de inactividad, tramitándose hasta el pasado 9 de mayo (datos provisionales) 28.264 expedientes, que afectan a un total de 203.758 trabajadores en las Islas, lo que supone más del 26% de los trabajadores afiliados en Canarias.
Desde el inicio del estado de alarma, las ramas más afectadas por el frenazo de la actividad han sido la “Hostelería” y el “Comercio”, que, en conjunto, han concentrado el 56,7% de los ERTEs solicitados, debido a su mayor interrelación con el turismo y el consumo.
En este sentido, el parón del sector turístico, como consecuencia de la pandemia y las medidas para su contención, también puede observarse si analizamos la llegada de turistas extranjeros a Canarias entre los meses de enero y abril, que han acumulado un total de 2,8 millones de visitantes, 2,1 millones menos que en los cuatro primeros meses de 2019 (-43,0%).
En materia de precios, el estancamiento del consumo ha llevado al IPC a mantenerse en valores moderados durante el mes de abril, anotando un leve incremento del 0,4% mensual en las Islas, si bien, en términos acumulados la inflación aún se mantiene en valores negativos con una caída del 0,2 por ciento en los cuatro primeros meses del año.
El contexto actual, en el que pese al inicio de la desescalada la actividad económica aún permanece estancada, precisa de la aplicación de medidas de apoyo en el ámbito de todos los sectores económicos, que aseguren la supervivencia de nuestro tejido productivo y le permitan iniciar la recuperación con todas las garantías, hasta retomar la senda del crecimiento.
Para ello, es importante, de un lado, mantener y agilizar el acceso a la liquidez a las empresas y autónomos en estas circunstancias adversas, y, de otro, mantener las medidas de flexibilidad interna en el mercado laboral como los ERTEs que han evitado la destrucción de empleo, adecuándolas a un ritmo de reactivación de la economía que será lento y gradual, y prolongarlas, al menos, hasta el mes de diciembre de 2020.