Ana Margarito
CEO 60ymucho+
El pasado 14 de mayo un periódico digital publicaba un artículo que literalmente decía “La patronal de Valladolid lamenta que se retrase la desescalada por tener que tener en cuenta a las víctimas en residencias, a las que tacha de “colectivo no productivo”.
¿No les da vergüenza? No sólo han tenido que sufrir la discriminación a la hora de ser atendidos, o no, en esta pandemia, sino que también parece que ni siquiera tienen derecho a ser considerados como víctimas del covid 19 porque no producen.
¿Qué clase de sociedad estamos creando? ¿Qué no producen? ¿Es que ya nadie se acuerda de que durante casi 40 años han estado trabajando en los peores años de la post guerra, sacrificándose para sacar este país adelante hasta conseguir la sociedad en la que hoy vivimos nosotros? Y ahora, no sólo se les niega el derecho a ser atendidos en los hospitales, sino que parece que tampoco tienen derecho a contar como víctimas, porque no producen. ¿Acaso no han producido cuando con sus míseras pensiones han mantenido a sus familias y a las de sus hijos cuando estos no han tenido trabajo? ¿Acaso no producen cuando renuncian a su tiempo libre y a su propia vida por cuidar a sus nietos para que sus hijos, los que sí producen, puedan hacerlo?
Me avergüenza vivir en una sociedad en la que sólo parece tener valor la juventud, en la que se desprecia la experiencia, el esfuerzo, y el conocimiento. Donde las canas ya no son un signo de respeto sino todo lo contrario. Donde las personas mayores parecen no tener derecho a nada sólo por el hecho de haber cumplido una edad. Donde si tienes 80 años se te niega hasta el derecho a ser atendido en un hospital porque ya no produces, y, por tanto, ya no sirves. Y lo dicen los hijos y los nietos de la generación de la post guerra. Los mismos que deberían estar besando por donde pisa esa generación que ya no produce, porque gracias a su esfuerzo y sacrificio, están disfrutando de la sociedad de bienestar en la que viven.
Los hijos y los nietos que no han pasado ni el hambre ni las penurias que vivieron esos a los que ahora desprecian porque no producen. Los mismos a los que les deben lo que son, y gracias a su sacrificio, ahora pueden ser empresarios, directores generales, cargos públicos, etc. Pero, como ahora no producen, ni siquiera tienes derecho a contar como víctimas. Como ya no producen, tampoco tienen derecho a recibir los cuidados que han estado pagando con su esfuerzo y trabajo durante tantos años.
Durante la pandemia nos hemos cansado de escuchar a nuestros gobernantes que los mayores eran la población más vulnerable frente al virus. Por un lado, nos decían eso y por otro, se les negaban los respiradores, las mascarillas y hasta la atención hospitalaria.
Han muerto abandonados en las residencias, nadie les ha prestado atención hasta que han desbordado las estadísticas. Se han ido solos, sin un abrazo, sin un mínimo reconocimiento, y lo que es peor, sin tan siquiera un adiós.
¿Acaso no somos conscientes de que lo que estamos haciendo con nuestros mayores es exactamente lo mismo que nuestros hijos van a hacer con nosotros? ¿Este es el ejemplo que queremos darles?
Alguien, cuyo nombre no recuerdo, dijo una vez, “que una sociedad sin valores, es una sociedad enferma”, la nuestra, de seguir así, se está muriendo.