Según el doctor Julio Maset, médico de Cinfa, esta patología ocular «se produce de manera progresiva y sin dolor, por lo que la persona no suele percatarse del deterioro hasta que la pérdida de visión ha avanzado».
El glaucoma es la principal causa evitable de ceguera en España, junto a la diabetes. Según la Sociedad Española de Glaucoma (SEG), este problema ocular afecta a más de un 3 por ciento de la población, principalmente a los mayores de 60 años.
Para entender esta enfermedad, el doctor Julio Maset, médico de Cinfa, explica que «la retina de los ojos es la lámina que recibe la luz y genera la imagen. Esta es transmitida por millones de células nerviosas, que transforman la luz en un impulso eléctrico y envían el estímulo visual al cerebro a través del nervio óptico».
«Por otro lado, en el interior del ojo existe líquido que sirve para mantener una determinada presión ocular. Cuando esta presión aumenta (hipertensión ocular) y si esta situación se mantiene en el tiempo, las células nerviosas mueren y la visión se va deteriorando, lo que deriva en el conocido como glaucoma. Como esto ocurre de una manera progresiva, sin dolor, la persona no suele percatarse hasta que la pérdida de visión está muy avanzada», añade.
Por tanto, la principal causa del glaucoma se relaciona con un aumento de la presión intraocular y se considera que la edad es el factor de riesgo más importante, si bien también presentan mayor probabilidad de padecerlo quienes tienen antecedentes familiares, los pacientes diabéticos y las personas con miopía grave o la córnea menos gruesa de lo habitual.
Detección precoz
«No todas las personas con hipertensión ocular desarrollan glaucoma, pero reducir esos niveles es la mejor medida para evitar su aparición. Por tanto, una detección precoz de alta tensión ocular puede evitar, en el futuro, una pérdida de visión», apunta este experto.
El glaucoma suele pasar desapercibido porque en sus fases iniciales es silencioso y no muestra síntomas. Luego, es habitual que la visión lateral o periférica se vea afectada, aunque puede no notarse. Conforme evoluciona el glaucoma, la persona puede manifestar dificultades para leer, deslumbramiento o mala adaptación a la oscuridad.
Posteriormente, pueden aparecer manchas borrosas en la visión, puntos ciegos y/o dificultad para encontrar objetos o conducir. «En los casos graves, conforme la pérdida de visión avanza, se ve perjudicada la visión central y se pierde la capacidad de reconocer caras o detalles finos, como letras. Al cabo de los años, puede producirse ceguera con pérdida total de la visión», añade el doctor Maset.
Sin cura, pero con tratamiento
Aunque el glaucoma no tiene cura y la pérdida de visión es irreversible, se puede tratar con fármacos, láser o cirugía que disminuyan la presión intraocular, con lo que se reduce a la mitad el riesgo de desarrollar esta enfermedad o se logra frenar su progresión.
De hecho, sí podemos vigilar la aparición de hipertensión ocular, como afirma el doctor Maset: «La mejor medida de prevención ante el glaucoma y de proteger nuestra salud ocular es acudir a revisiones oftalmológicas anualmente, especialmente a partir de los 40 años, a fin de detectar si la presión intraocular es la adecuada y, llegado el caso, comenzar el tratamiento. Cuanto antes se detecta la hipertensión ocular o la pérdida de visión periférica, antes se puede actuar y evitar o frenar la aparición del glaucoma».