Hay ciertos estudios que hacen desarrollan juegos mágicos con unos poquitos componentes. Moon Studios lo hizo con Ori and the Blind Forest y ahora regresa con la segunda parte de la historia del guardián del bosque. Un juego que continúa lo que pasó en el primer capítulo y que mejora y engrandece la saga siendo, convirtiéndose, sin dudas, en el mejor juego de plataformas de los últimos tiempos, tanto por guión como por jugabilidad.
No podemos avanzar demasiado de la historia para ser muy cuidadosos con los Spoilers, pero si que os pedimos que si no habéis jugado a la primera parte de Ori, lo juguéis y lo terminéis antes de comenzar con Ori and the Will of the Wisps, porque el juego comienza en donde lo dejó la primera entrega. Volvemos a colocarnos en el papel del guardián del bosque, un pequeño ser de luz que se las volverá a ver en otra aventura épica en un entorno natural.
Un juego que es eminentemente plataformero en el que es una delicia avanzar por el escenario, derrotar enemigos y saltar a lo largo de los diversos lugares que vamos visitando. Pero Ori no es un juego sencillo, vamos a tener que cuidar mucho lo que hacemos para no ir perdiendo vida, ya sea por daño enemigo o por habernos chocado con una enredadera espinosa y otros muchos peligros.
Ori va avanzando y va adquiriendo habilidades como por ejemplo el doble salto, podremos ir cogiendo objetos del entorno y moviéndolos para llegar a lugares inaccesibles y siguiendo un mapa muy al estilo de Castlevania o Metroid. Pero pronto nos encontraremos con la gran novedad de esta segunda parte, el sistema de combate. Pronto encontraremos una antorcha que nos pondrá en preaviso de la espada de luz que se nos otorgará, posteriormente nos armaremos con un arco y más armas que iremos colocando en los botones X, Y o B según queramos y que ampliarán bastante este aspecto, criticado como simple en la primera parte pero que se han esforzado en mejorar aquí.
Por lo tanto Ori no será solo ir dando saltos, moviendo objetos o llegando a lugares complicados, ahora deberemos luchar contra diversos enemigos con patrones de ataque desafiantes y que convierten en un reto el seguir avanzando sin sufrir daños o sin tener que volver al punto de control porque hemos perdido toda la vida.
A medida que vayamos avanzando, iremos desbloqueando armas y diversos cristales que nos servirán para mejorar al personaje y son intercambiables. Por ejemplo podremos quedarnos pegados a una pared a medida que vamos dando saltos en lugares horizontales para así poder pensar nuestro próximo movimiento, pero también estos cristales nos permiten mejorar el ataque a costa de recibir más daño o mejorar la defensa. Hay infinidad de armas nuevas y poderes que vamos a ir desbloqueando que se hace hasta corto el juego para usarlos todos, pero con varias pasadas al juego, que la historia y la jugabilidad nos va a animar a ello, vamos a poder dar rienda suelta a todo el uso de estos poderes y armas.
Algo impecable es la jugabilidad en Ori and the Will of the Wisps. El control está pulido al máximo y cualquier mínimo movimiento lo detecta el juego, sin duda es algo que agradecemos porque si tenemos algún fallo, va a ser por culpa nuestra y no por la mala calibración de controles. En esto Moon Studios han puesto especial cuidado y realmente es un placer el ir saltando entre pequeñas plataformas sin miedo a que el propio juego nos haga perder el control.
La exploración también será algo que deberemos hacer en este juego ya que hay bastantes objetos ocultos que estarán detrás de una pared a la que deberemos golpear o en un falso suelo que no hemos visto de primeras. Y en caso de fallar y quedarnos sin vida, el juego nos coloca en el lugar previo a la muerte, dándole así un ritmo muy alto que nos permite volver a intentar inmediatamente lo que habíamos hecho sin tener que perder tiempo recorriendo parte del escenario que resta emoción y que sin duda no engancha. Ori es un juego, que como decíamos antes, engancha, por su historia, simple pero preciosa y por su jugabilidad, muy pulida y con un alto ritmo que no te permitirá dejar el mando hasta que no llegues a tu objetivo.
Ori and the Will of the Wisps está planteado como una mezcla de metroidvania y souls like porque al comienzo contamos con poca vida y los enemigos son fuertes, en varios ataques que nos hagan daño, vamos a morir. Hay que ir con cuidado en el combate y explorar a lo largo de su extenso mapa para ir encontrando los secretos, secretos que nos darán nuevas habilidades con las que mejorar, pero que realmente no son imprescindibles. Se puede completar el jugo sin tener que realizar todas las tareas secundarias. Pero el reto del combate está ahí y en ese sentido, siempre deberemos llevar cuidado para no caer en un momento inoportuno o contra un enemigo débil con el que nos hemos confiado.
Otra de las novedades que hemos observado es un modo de pruebas por tiempo en el que deberemos realizar la tarea encomendada en menos de un tiempo límite y entraremos a formar parte de unas listas con otras personas con las que picarnos por ser el que menos tiempo ha tardado en hacerlo. Una original manera de implementar un sistema online y poder competir así contra otras personas o incluso contra nuestros amigos.
Gráficamente el juego destaca sobre manera. El juego de luces, los escenarios más completos y con más vida nos han dejado la mayor parte de la aventura con la boca abierta. Realmente el juego desprende una belleza tal que podría considerarse arte. Su banda sonora no se queda atrás dando un empaque con unas melodías amables y tranquilas pero que nos meten de lleno en este mundo de hadas que no es lo que parece.
Ori and the Will of the Wisps es uno de los lanzamientos del año de Microsoft y sin duda es de esos imprescindibles para Xbox One, preferiblemente si lo juegas en Xbox One X para apreciar toda su potencia, pero que no se queda atrás en las otras consolas de la familia. Quizás no sea un triple AAA ni llegue con toda la publicidad de uno de los grandes lanzamientos de la temporada, pero por méritos propios es un imprescindible de Microsoft y quizás el mejor plataformas del año.