Una veintena de presos en segundo grado penitenciario del módulo terapéutico que, desde 2011, gestiona Proyecto Hombre en la cárcel de Herrera de la Mancha (Ciudad Real) han participado desde septiembre en un taller de cine que acaba de culminar con la presentación en el VII Festival de Cine ManzanaREC (Ciudad Real) del cortometraje ‘Hotel Libertad’.
En este trabajo audiovisual, idea original del actor Adolfo Fernández, hacen una parodia de su vida en prisión y su hilo conductor es la visita de un agente que supervisa el penal para otorgarle una categoría, como si de un alojamiento hotelero de cinco estrellas se tratase.
Así lo explicó, en declaraciones a Servimedia, el subdirector de Tratamiento del centro penitenciario de Herrera de la Mancha, Miguel Ángel Murcia, quien precisó que se trata de un cortometraje “testimonial e irónico” que, a su juicio, “de forma muy acertada”, ofrece “un enfoque radicalmente distinto a la visión que se tiene de la vida en la cárcel y ha servido para romper las barreras, la rigidez mental que muchos tenemos en torno a ella”.
Para Murcia, aunque no son el “instrumento principal”, este tipo de propuestas ayudan “siempre” a la reinserción social, por lo que reconoció que haber podido presentar este cortometraje también ha sido “muy gratificante” para el presidio de Herrera, que cuenta con 425 internos, de los cuales unos 30 residen en un módulo terapéutico por el que han pasado “muchos cientos de reclusos”.
En este sentido, valoró “positivamente” la colaboración de organizaciones como Proyecto Hombre a la hora de “motivar y activar” a los penados, puesto que, destacó, “la idea no es que estén en un módulo paseando por el patio”. “A veces chocamos con la apatía y la desgana, pero con actividades como esta trabajamos para romperlas y poco a poco lo conseguimos”, sentenció.
Un reto al que este año se ha sumado Aeterna Producciones, responsable del corto y uno de cuyos gerentes, Mario Cervantes, añadió que este trabajo se pensó “no para ganar en festivales” sino para que los participantes “tuvieran un medio de escape de la rutina y de sus pensamientos oscuros y un vehículo para mejorar su estabilidad emocional” y, al mismo tiempo, para hacer una “crítica esperpéntica sobre la creencia de que la cárcel es un hotel”.
Entre septiembre y octubre aprendieron conceptos teóricos sobre el cine y la televisión, la censura o el doblaje y adquirieron conocimientos de interpretación, gracias a la colaboración del actor Adolfo Fernández, pero también sobre cómo escribir un guion, iluminar una escena y editar el material audiovisual, lo que les ha permitido controlar todo el proceso.
Una experiencia “muy positiva” en la que, admitió Cervantes, “todos” han “aprendido”. “Además de enseñarles a hacer cine, hemos escuchado sus sensaciones y su arrepentimiento por haber cometido algunos errores”, señaló, al tiempo que avanzó que la intención es “continuar trabajando con ellos de la mano de Proyecto Hombre, quizá también desde el formato documental”.
PROYECTO HOMBRE
Una posibilidad que también explora uno de los tres terapeutas de esta comunidad terapéutica intrapenitenciaria, Miguel Ángel Rojas, quien, a su vez, es coordinador del programa de prisiones de Proyecto Hombre que arrancó hace veinte años en Castilla-La Mancha e integra, además, las cárceles Ocaña I y II, Alcalá Meco, Albacete y Cuenca, en las que se trabaja a través de grupos de motivación al cambio semanales y de entrevistas individuales.
Entre los principales “hitos “que han conseguido los reos participantes, Rojas hizo hincapié en la mejora del trabajo en equipo, la autoestima, la confianza en los demás, el “refuerzo positivo” por parte del grupo y una mejor gestión del ocio y tiempo libre.
Además de dar continuidad a este taller de cine, que forma parte de una amplia oferta de actividades culturales y deportivas que complementan a la acción terapéutica y de reducción del daño derivado del consumo de sustancias, la idea es seguir adaptando las intervenciones a un espacio y unos perfiles “que no tienen una estructura rígida sino que están en un cambio constante” y “acercar de manera progresiva” a estos usuarios a alguno de los programas extrapenitenciarios de rehabilitación y reinserción sociolaboral de Proyecto Hombre.
Con esa filosofía, la entidad está presente en 39 cárceles españolas, ámbito en el que desarrolla su labor desde finales de los años 80 aunque fue en mayo de 1998 cuando abrió su primera comunidad terapéutica intrapenitenciaria en la cárcel madrileña de Soto del Real a iniciativa del Plan Nacional sobre Drogas, según destacó la directora general de Proyecto Hombre, Elena Presencio.
De ahí, su trabajo a través de estas comunidades se amplió a los centros penitenciarios de Pereiro de Aguiar (Orense), Herrera de la Mancha, Picassent (Valencia), Palma (Mallorca) y Córdoba, en los que atiende a personas “muy vulnerables y más estigmatizadas” a las que ayuda a “tomar las riendas de su vida y a gestionarla de manera distinta” con el apoyo de su entorno familiar, que, según Presencio, resulta “clave para abordar la situación de manera integral”.
Hasta el año 2017, un total de 7.189 personas habían recibido ayuda de Proyecto Hombre a través de estas comunidades terapéuticas y a lo largo de ese ejercicio la entidad atendió a 509 personas merced a la colaboración de un millar de trabajadores y unos 2.400 voluntarios que también les proporcionan acompañamiento posterior durante, al menos, seis meses desde su puesta en libertad.
En prisión, dirigen talleres que van desde un pasaje del terror a la gestión de un huerto urbano, crecimiento personal o preparación para hacer el Camino de Santiago, pero que también incluyen formación en competencias para mejorar la empleabilidad de los penados y dotarles de estrategias para “afrontar la vida de una forma más sana y madura y sin necesidad de escaparse a través de la droga”, resumió Presencio, convencida de que quien termina el programa terapéutico “tiene un éxito exponencialmente mucho mayor”, por lo que, defendió, “merece la pena darles la oportunidad”.
SERVIMEDIA