Desde el viernes pasado y hasta el miércoles habrá jornada de puertas abiertas al Museo de Arte Sacro y al patio del convento
El Monasterio de Santa Clara se suma a la celebración del 20 aniversario de la declaración de La Laguna como Ciudad Patrimonio de la Humanidad con una actividad de puertas abiertas a su Museo de Arte Sacro y al patio del convento, que podrá visitarse desde hoy viernes hasta el miércoles 4 de diciembre, en horario de 11:00 a 13:00 y de 16:00 a 19:00 horas.
La actividad, organizada conjuntamente por el Monasterio de Santa Clara y la Concejalía de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de La Laguna, permite el acceso gratuito a las dependencias del museo y al patio del convento, e incluye la proyección de un audiovisual que relata el ayer y hoy de la vida conventual.
La concejala de Patrimonio Histórico de La Laguna, Elvira Jorge, señala que esta actividad “supone una oportunidad magnífica para conocer uno de los museos de arte sacro más importantes de Canarias y una de las joyas del patrimonio monumental de nuestra ciudad” y agradece “la disposición de las monjas clarisas a la hora de sumarse al programa organizado con motivo del 20 aniversario de la declaración de La Laguna como Patrimonio Mundial”.
El visitante puede acercarse a la historia constructiva y restauradora del inmueble, a través de las maquetas que se muestran en el claustro. El museo cuenta con una colección de espectaculares piezas de orfebrería, especialmente del siglo XVIII, además de obras de Gaspar de Quevedo, Juan de Miranda, Francisco Antonio Vallejo, entre otras que sobresalen entre un nutrido número de obras de arte que forman parte de su exposición.
El Monasterio de Santa Clara es Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, desde el 27 de enero de 1978. Se trata del primer convento femenino que se funda en el Archipiélago, apenas transcurridas unas décadas de la incorporación de las islas a la Corona de Castilla. Por disposición testamentaria de Alonso Fernández de Lugo, en 1547 arribaron a Tenerife diez religiosas procedentes de los monasterios de Baeza y Sanlúcar de Barrameda. Pasaron 30 años antes de fundar y ubicarse definitivamente en su propio inmueble; y fue a iniciativa de Olalla Fonte del Castillo, que ofreció sus casas a cambio de que se acogiera a sus tres hijas como novicias de la orden.