Los niveles de radiación en algunas regiones de las Islas Marshall, archipiélago donde Estados Unidos realizó pruebas nucleares durante la Guerra Fría, son mucho más altos que los de las áreas afectadas por los desastres nucleares de Chernóbil (Ucrania) y Fukushima (Japón).
Así se recoge en tres estudios publicados en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’ y realizados por varios investigadores del Centro de Estudios Nucleares de la Universidad de Columbia (Estados Unidos).
El equipo de investigación, dirigido por Emlyn Hughes y Malvin Ruderman, indica en los estudios que la concentración de isótopos nucleares analizados en algunas de las Islas Marshall está muy por encima del exposición legal establecido en los acuerdos entre este país insular y Estados Unidos. Los investigadores midieron muestras de suelo, sedimentos oceánicos y una variedad de frutas.
Cerca de 70 bombas nucleares que detonó Estados Unidos entre 1946 y 1958 dejaron una contaminación generalizada en ese archipiélago, formado por una cadena de atolones a medio camino entre Australia y Hawái.
La detonación más grande, denominada ‘Castle Bravo’ y realizada en el atolón Bikini en 1954, fue 1.000 veces más poderosa que cualquiera de las bombas lanzadas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, y que desencadenaron el final de la Segunda Guerra Mundial.
FRUTAS DE 11 ISLAS
Los científicos recogieron 130 núcleos de más de 25 centímetros a partir de sedimentos superficiales a profundidades oceánicas en el lugar donde explotó ‘Castle Bravo’, y realizaron análisis radioquímicos de plutonio-238, 239 y 240; americio-241, bismuto-207 y cesio-137, y hallaron valores grandes de plutonio-239 y 240, americio-241 y bismuto-207.
El cesio-137 tiene una vida media de aproximadamente 30 años y es fácilmente absorbido por los cultivos alimenticios, lo que representa un peligro para la salud de los habitantes de las islas. Los autores hicieron mediciones ‘in situ’ del contenido de este isótopo en frutas de 11 islas en cuatro atolones y detectaron que la contaminación se mantiene por encima de los límites establecidos por las normas internacionales de seguridad en algunas frutas evaluadas.
Las Islas Marshall han experimentado un rápido crecimiento desde la década de 1960. La mayoría de sus residentes viven en dos islas atestadas de personas que no pueden regresar a sus islas de origen debido a la contaminación nuclear. Las consecuencias de las pruebas nucleares están concentradas en los atolones Bikini, Enewetak, Rongelap y Utirik.
«Sobre la base de nuestros resultados, llegamos a la conclusión de que para garantizar la reubicación segura en los atolones Bikini y Rongelap, parece que es necesario realizar más descontaminaciones ambientales para evitar la exposición potencialmente dañina a la radiación», escriben los autores.