El polvo de ladrillo sigue siendo la superficie predilecta para Rafael Nadal. El balear se ha coronado con su duodécimo título de Roland Garros, el segundo Grand Slam de la campaña, al imponerse en la final a un combativo Dominic Thiem por 6-3, 5-7, 6-1 y 6-1. Pese a lo abultado que parece el marcador, especialmente en los dos últimos parciales, los asistentes a la Philippe Chatrier han disfrutado de un gran espectáculo.
Cabe recordar que el tenista de Manacor ha tenido 24 horas más de descanso que su oponente, ya que el austriaco vio cómo su semifinal con Novak Djokovic se vio interrumpida por la lluvia en varias ocasiones. Esto provocó que Dominic tuviera que deshacerse del actual número uno de la ATP este pasado sábado, mientras que Nadal solventó por la vía rápida su envite con Roger Federer (en tres mangas).
Rafa tuvo un momento de incertidumbre en el primer set, cuando estaba 2-3 abajo y con saque para Thiem, pero encadenó de inmediato cuatro juegos consecutivos para lograr esa manga inicial. Cayó por pequeños detalles en el segundo parcial, al tiempo que reaccionó como el auténtico campeón que es para pasar por encima de Thiem en el tercer capítulo de esta final que se vivió el año anterior sobre la arcilla parisina.
No obstante, al margen de la diferencia en los dos últimos tanteadores, el austriaco ha presentado su auténtica candidatura para ser el heredero en el trono de Roland Garros del 12 veces campeón de este fantástico torneo. Roger Federer tuvo que claudicar en tres ocasiones seguidas con Nadal hasta obtener el cetro en Francia en 2009 contra Robin Soderling, al tiempo que a Rafa le sucedió algo parecido en Wimbledon con el suizo (perdió en 2006 y 2007, pero se vengó del de Basilea en 2008).