Muchas preguntas siguen girando en torno a la muerte de la que fuera princesa de Gales, Lady Di, fallecida junto a su pareja, el magnate Dodi Al Fayed, en un accidente automovilístico en París durante verano de 1997.
Ahora, el forense del caso Richard Shepherd ha publicado un libro: ‘Causas no naturales’, donde desvela detalles de la muerte de la princesa, quizás, la más mediática de todos los tiempos.
«Su lesión fue tan rara que en toda mi carrera creo que no he visto otra. Fue una lesión muy pequeña, pero en el lugar equivocado», escribe el forense en páginas interiores.
Para el médico, la mala suerte desempeñó un papel fundamental en la lesión que causó la muerte de Diana Spencer. Esta lesión se produjo en una vena muy pequeña de los pulmones, que provocó la hemorragia, que acabó con su vida. “Alrededor de esa diminuta y fatal herida en la vena pulmonar, sin embargo, hay muchos otros hechos, algunos de los cuales son lo suficientemente opacos como para que florezcan todo tipo de teorías”, anticipa el forense.
“La muerte de Diana es el clásico ejemplo de algo que los forenses decimos casi todos los días: si esto hubiera pasado…”, continúa relatando el libro de Richard Sheperd . “Si se hubiera golpeado con el asiento delantero desde otro ángulo. Si hubiera salido despedida hacia delante a 10 millas por hora menos. Si la hubiesen montado de inmediato en una ambulancia”.
Durante los primeros minutos posteriores al siniestro, la princesa de Gales se mostró consciente, sin embargo, a medida que pasaban el tiempo fue perdiendo la consciencia. Finalmente fallecía en un hospital de la capital francesa.
Según el doctor forense, si hubiera llevado el cinturón de seguridad puesto, «probablemente habría aparecido en público dos días después, con un ojo morado, quizá con algún problema respiratorio por las costillas rotas y con un brazo en cabestrillo”.
La investigación del siniestro duró dos años y la policía francesa concluyó que el único culpable de la muerte de Lady Di y Dodi Al-Fayed fue el conductor, Henri Paul.