«Algún día tenía que ser… llevaba muchos días pidiéndomelo». Así ha justificado Ángel Hernández la ayuda que prestó a su mujer enferma de esclerosis múltiple desde hacía 30 para morir, y por el que ha pasado las últimas horas en un calabozo en Madrid hasta que fue puesto en libertad.
En una entrevista en ‘Espejo Público’ Hernández ha asegurado que su esposa María José Carrasco, de 63 años de edad, se lo había pedido en innumerables ocasiones. Fue el pasado miércoles suministró a su mujer un vaso de agua con arsénico que ella mismo bebió. Después, Ángel llamó a la policía informando de la muerte y confesando que él la había ayudado a morir.
Hernández ha señalado que «ella quería morir desde hacía muchísimo tiempo (…) se quedó sin manos y yo tuve que ofrecerle mis manos», ha asegurado. Además ha relatado cómo se encuentra. «Estoy muy afectado pero …no sé si decirte contento, alegre o satisfecho, porque ella ha dejado de sufrir. Eso es muy importante para mi», reconocía.
A preguntas de Susanna Griso, Hernández ha confirmado que «yo le dije que si quería que yo lo hiciese me lo tenía que pedir para que no fuera una cosa inducida. Por eso lo fui grabando, porque era muy importante que quedara constancia de que me lo había pedido ella»», y así fue. Las imágenes están ya en poder del juez encargado del caso.
Según ha dicho «ella podía haberlo hecho hace varios años, que fue cuando decidió conseguir el medicamento a través de Internet, pero yo empecé a estar fastidiado con la salud y tenía que operarme y ella decidió esperar a que yo solucionara mis problemas, porque quería verme bien.
Sobre cómo ha pasado las últimas horas reconoce que «meterte en un habitáculo que tiene pocos metros durante horas y horas sin poder realizar el duelo a mi mujer ha sido muy fuerte». A la pregunta de por qué eligieron ese día, Hernández ha confirmado que «estaba agotada y estaba sufriendo mucho. La morfina ya no le servía y decidimos hacerlo ese día, podía haber sido otro».
Griso también le ha planteado qué le diría a quienes tienen dudas éticas sobre el suicidio asistido, a lo que él ha respondido diciendo que «la eutanasia, como el aborto, no obliga a nadie, que se regule y el que lo necesite, que se le aplique. A nadie le van a aplicar la eutanasia, si no lo quiere», decía.
En cuanto a su futuro personal y la posibilidad de que vaya a la cárcel, Ángel ha negado tener miedo y ha insistido en la idea de que lo único que quiere es que trabajen por la eutanasia. Sobre cómo se plantea su vida, ha subrayado que tras 30 años de cuidados a mujer, tiene que tratar de recuperarse físicamente, ya que han hecho mella en su salud.