La introducción de abejas domésticas, utilizadas en la apicultura, altera las interacciones entre las plantas y sus polinizadores nativos, según una investigación realizada durante cuatro años por investigadores del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Parque Nacional del Teide (Tenerife).
La abeja doméstica (‘Apis mellifera’), nativa de Eurasia y África, ha sido introducida por todo el planeta para obtener miel y polinizar cultivos. Esta especie es considerada un polinizador súper-generalista que compite con las especies nativas y las desplaza. Su patrón de forrajeo también afecta la producción de frutos y semillas en las plantas silvestres, dado que incrementa el transporte de polen dentro de la misma planta individual.
En el Parque Nacional del Teide se introducen cada primavera hasta 2.700 colmenas de abejas domésticas. Como apunta el estudio, publicado en la revista ‘Scientific Reports’, este hecho permite establecer dos escenarios experimentales para hacer una comparación de diversos parámetros ecológicos, entre la fase anterior y posterior a la introducción de las abejas domésticas en el sistema.
María Candelaria Rodríguez, investigadora de la Estación Biológica de Doñana (EBD) y una de las autoras del estudio, señala que, una vez instaladas las colmenas, de un día para otro se detecta una disminución significativa de las especies polinizadoras nativas y la frecuencia de sus visitas a flores. Diversas especies de abejas, moscas, mariposas, aves y lagartos observados frecuentemente antes de la instalación de las colmenas desaparecen tras la llegada de las abejas domésticas.
En opinión de Alfredo Valido, investigador del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA) y autor principal del estudio, la introducción de las abejas “implica que las plantas silvestres reciban ahora un elenco más reducido de polinizadores, generando una crisis de polinizadores en el Parque Nacional”.
“La reducción de la diversidad de polinizadores reestructura la red mutualista, reduciendo las interacciones entre las especies de polinizadores generalistas nativos, y desmantela las unidades funcionales dominadas por éstos. En consecuencia, la red se reorganiza en un mayor número de módulos, grupos de especies que interaccionan más entre sí que con otras especies, y ahora el sistema es más vulnerable a impactos”, añade.
El estudio apunta que la presencia de las abejas domésticas no compensa la pérdida de los polinizadores nativos. De hecho, las plantas más visitadas por abejas domésticas produjeron frutos con menos semillas. En otro experimento realizado en el marco del estudio, se observó que las plantas más cercanas a las colmenas producían menos semillas por fruto y éstas eran más pequeñas que las alejadas de las mismas.
Pedro Jordano, investigador de la EBD y también autor del estudio, recalca que este trabajo alerta sobre la vulnerabilidad de los ecosistemas naturales ante el aumento de las abejas domésticas por efecto de la apicultura, ya que la elevada densidad de abejas domésticas no sólo repercute en otras especies nativas de polinizadores, sino que provoca efectos de gran alcance en el funcionamiento de los ecosistemas.