El que era jefe de producción de Unipost el 1-O, Jaime Planas, aseguró este lunes en el juicio del `procés´ que el envío de cartas para el referéndum no se cobraron nunca ni se hizo el reparto. Según relató, no existía “orden de trabajo” y, por tanto, “los envíos estaban retenidos y no se podían repartir ni facturar”. En cualquier caso, dijo, “no noté ninguna diferencia con otros envíos de la Generalitat”.
Unipost fue clave en la celebración del referéndum del 1-O, según la Fiscalía, que señala que la Generalitat habría pagado cerca de un millón de euros por el envío de sobres con papeletas para el referéndum y de las citaciones a los que iban a ser integrantes de las mesas electorales. Por el contrario, las defensas sostienen que no se realizó ningún pago, es más, defienden que no había siquiera compromiso de pago, por lo que no se les puede acusar de malversación. Unipost cerró hace un año.
La Fiscalía ha intentado demostrar con su interrogatorio que el Govern actuó con secretismo. A preguntas sobre si parte de las cartas eran certificadas, el testigo dijo en varias ocasiones que “estábamos a la espera de instrucciones”. Planas aseguró no saber cuántas cartas había en ese envío, aunque señaló que, «según la Guardia Civil, se nos requisaron 52.000 «, que más tarde comprobó que eran “de designación de los responsables de las mesas del 1-O». Ese descubrimiento lo hizo en presencia del secretario judicial que condujo el registro de las instalaciones de la empresa en Terrassa.
El fiscal Jaime Moreno preguntó «¿cuánto cobra Unipost por carta?» a lo que Planas respondió: «Yo era del departamento de producción, no estaba en el departamento comercial». El fiscal, extrañado, preguntó desde cuándo prestaba sus servicios en la empresa, a lo que el testigo repuso que “cada concurso público” tiene un precio diferente.
La Guardia Civil procedió al registro del almacén de Unipost de Terrassa (Barcelona) el 19 de septiembre de 2017. Planas llegó a las instalaciones sobre las 17.00 horas. En ese momento, vio a personas que estaban concentradas en el exterior “cantando” pero “yo pude entrar sin ningún problema”. En cambio, los guardias civiles no pudieron acceder hasta pasadas las 19.00 horas.
El testigo explicó que la Guardia Civil le preguntó si tenía inconveniente en entregar su teléfono móvil y su ordenados a lo que accedió porque no tenía “nada que ocultar”, aseguró tras explicar que no sabía si alguien podía tener interés en ocultar la orden de reparto. “Nosotros sin orden no trabajamos. Y allí estaban las cartas”, concluyó.