Aunque la manifestación por el 8-M en Madrid arranca a las siete de la tarde desde Atocha y finalizará en la Plaza de España, desde anoche a las doce el centro de la capital está tomado por una ‘marea violeta’ feminista que dice tener «más fuerza y más razones que nunca» para salir a la calle. Las propuestas antifeministas de Vox dan más fuerza a las mujeres que no quieren una marcha atrás en la lucha por la igualdad.
La ola reivindicativa se ha extendido por Legazpi, Lavapiés, la Puerta del Sol, en Cibeles, la explanada del Museo Reina Sofia o la Plaza de Nelson Mandela con una actuación «sorpresa» de Rozalén diciendo que el femenismo «es la igualdad real entre personas» con una sudadera de Open Arms, porque no se olvida de las miles de personas que en buscan de una vida mejor mueren cada día en el Mediterráneo. Miles de mujeres han tomado Madrid este viernes, 8-M.
Las estudiantes, en la Puerta del Sol, que hicieron huelga de libros, se pintaron la cara y se vistieron de morado para decir como Lidia, Paula y Esther, que «no vamos a aguantar más la desigualdad. Los chicos no nos pueden controlar. Hay que acabar con el machismo desde la infancia».
A las doce en Cibeles, banderas moradas acompañaban a la diosa reivindicando a la otra mitad de la población, «la que cobra menos, la que es explotada sexualmente, la más precarizada, a la que asesinan sólo por ser mujer. Y luego llega Vox y lo niega», comentó indignada Lucía, empleada de banca que «no estoy haciendo la huelga porque me quitan tanto que es inviable. Me ha cogido un dia de vacaciones para poder estar aquí».
‘Las periodistas paramos’ ante el Museo Reina Sofía denunciaban a la una en su manifiesto por el 8-M ante más de 1.000 personas «un posicionamiento contundente y comprometido en las informaciones sobre cualquier tipo de discriminación hacia las mujeres, atendiendo especialmente a las noticias sobre violencia y mercantilización de sus cuerpos». Y tambien más periodismo social y menos declaraciones de políticos.
Dar «voz a más especialistas mujeres, buscando paridad entre ambos sexos y que haya paridad de firmas femeninas y masculinas en los espacios de opinión», fue otra de sus reivindicaciones.
Algunas comunicadoras lamentaban que este año ni Ana Rosa ni Susanna Griso hubieran hecho la huelga, porque «dio mucha visibilidad el año psado», otras, sin embargo, decían que «a mi esas dos no me representan» y destacaban que sí la había hecho Pepa Bueno de la Ser y «quizas también Angels Barceló, que estaba aquí detrás».
En todas las concentraciones, el morado como color reivindicativo, en gorros, bufandas, camisetas, sudareras, gafas, guantes, vestidos, en los labios, en las manos… el color no solo del movimiento feminista, sino seña de identidad que escenifica la desigualdad que sufren las mujeres.