Cada vez son más los que abandonan el tabaco y se pasan al cigarrillos electrónico. Por esta razón investigadores del CSIC han analizado los contaminantes presentes en el aire en el interior de una sala y el aire exhalado por no fumadores.
A partir de aquí concluyen que se producen “cambios mínimos” en la calidad del aire, según concluye en el estudio.
El trabajo se llevó a cabo en una habitación cerrada, sin ventilación directa al exterior, y para realizarlo los investigadores recurrieron a cinco personas no fumadoras que permanecieron en su interior durante 12 horas.
En una segunda fase del experimento se sumaron otras cinco personas que estuvieron ‘vapeando’ también durante 12 horas.
En ambos casos se midieron los contaminantes presentes en el aire de la sala y en el aire exhalado por los voluntarios no fumadores.
Los datos que obtuvieron mostraban que la actividad de ‘vapear’ “no aumentaba la presencia de contaminantes en el aire y que en los casos en que se observaron aumentos se trataba de concentraciones bajas”, precisó Joan Grimalt, científico del CSIC en el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua.
“Se había detectado la necesidad de hacer evaluaciones integradas de la exposición a los contaminantes liberados y ese es uno de los enfoques que se han tenido en cuenta en esta investigación”, añadió.
Estos resultados ofrecen información sobre el impacto del uso de cigarrillos electrónicos en la salud de los individuos, especialmente en lugares cerrados, y, a juicio del CSIC, “puede ser valiosa a la hora de establecer las regulaciones oportunas en torno al uso de dichos dispositivos, sobre todo en comparación con el consumo de tabaco tradicional”.