El gas natural puede ayudar a mejorar la calidad del aire y a combatir el efecto invernadero

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El cambio climático es uno de los mayores desafíos que enfrenta la sociedad actual. Las   emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), en unos picos máximos históricos, amenazan con cruzar el umbral de la irreversibilidad, con consecuencias devastadoras para el futuro de la humanidad. Ante la necesidad de responder con urgencia a estos retos si dejar de satisfacer la creciente demanda energética, son cada vez más los expertos que sitúan al gas natural como una energía de transición clave en la consolidación de un modelo de desarrollo bajo en emisiones.

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Mejora en la calidad del aire

La mencionada investigación señala que la utilización del gas natural permitiría un descenso del 25% en las emisiones de dióxido de carbono (CO2), principal responsable del efecto invernadero. La reducción de la huella ecológica sería especialmente notoria de ganar presencia como fuente energética en el sector eléctrico, causante de cerca del 40% de las emisiones mundiales, ya que el carbón es el responsable de unas 2/3 partes de los efectos contaminantes de este sector. Además, el gas natural también se presenta como la alternativa más viable y sostenible para reemplazar al diesel en los medios de transporte, tanto terrestres como marítimos. En comparación con otros combustibles, su uso reduce en un 85% las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) y casi completamente las partículas en suspensión y el dióxido de azufre (SOx), principales causantes de los problemas respiratorios.