El primer ejecutivo de una empresa del Ibex-35 gana 132 veces el sueldo medio de la plantilla de su compañía y 301 veces el salario del empleado peor pagado.
Así lo pone de manifiesto el informe anual publicado este jueves por Oxfam Intermón bajo el título ‘Reparto desigual. Cómo distribuyen valor las empresas del Ibex 35’, donde se analiza el impacto de las prácticas salariales y fiscales de dichas empresas en la desigualdad social.
Según la investigación, «esta brecha solo se fija en los salarios dentro de las empresas», pero sería «mucho mayor si incorporase las subcontrataciones y externalizaciones», cada vez más frecuentes y nucleares en la operativa de las grandes empresas. Por otra parte, revela que los sueldos en estas empresas evolucionan de forma muy desigual, según la categoría profesional.
En el último año la remuneración media a los altos cargos de empresas del Ibex-35 creció 5 veces más que el sueldo medio de sus plantillas y la productividad 3 veces más. Para Intermón, esto demuestra que «las grandes empresas no están haciendo partícipes a trabajadores y trabajadoras de la mejora en sus rendimientos». «Si la remuneración media de la cúpula de estas empresas crece con vigor, mucho más lo hace la de los primeros ejecutivos, hasta un 27% entre 2016 y 2017», destaca el informe. Todo ello explica que «las diferencias salariales en las empresas del Ibex-35 alcancen cotas descomunales».
DESIGUALDAD
El informe subraya que la crisis y su posterior recuperación económica «nos ha dejado un país más desigual, donde los que más ganan cada vez se quedan con una porción mayor de la riqueza generada en el país, y los de menos ingresos obtienen a su vez una parte cada vez menor».
Si en 2004 el 20% de la población con menores ingresos disponía del 7,3% del total de la renta nacional, en 2017 sólo suponía el 6,1%. Mientras tanto, el 20% con mayores ingresos pasó de obtener el 38,3% de la renta nacional en 2004 al 40,2% en 2017.
A este incremento de la desigualdad de renta contribuyó «la actuación de muchas grandes empresas durante la crisis y recuperación», indica Oxfam, «al enfocarse en ganar competitividad manteniendo sus márgenes de beneficios a costa de un fuerte ajuste en salarios y de una menor contribución fiscal».
Entre 2008 y 2017, los beneficios empresariales subieron un 11,3%, mientras que los salarios cayeron un 4,2%. «Esto contrasta con la subida del 16% en los dividendos que estas mismas empresas pagaron a sus accionistas en el mismo período», apunta Intermón. A su juicio, se trata de «un síntoma claro de que las empresas ponen cuidado en atender generosamente el interés de los inversores, pero no tanto el de las personas trabajadoras».
Como dato positivo, la investigación señala que las grandes empresas han disminuido su presencia en paraísos fiscales un 13,9% en el último año, hasta las 858 filiales. Sin embargo, esto no se ha traducido en una mayor contribución a las arcas del Estado, ya que en 2017 aportaron un 11% menos al Impuesto de Sociedades que en 2016.
Por todo ello, Oxfam concluye que aunque se pueden constatar avances tanto en transparencia fiscal como en menor presencia en paraísos fiscales, aún hay mucho camino por recorrer para que esa transparencia permita entender su contribución fiscal efectiva y para que «desechen mantener filiales en paraísos fiscales».