Rubén Romero va a cumplir cuatro años y en septiembre empezó el curso en el Centro de Educación Infantil y Primaria Bellas Vistas de Alcorcón (Madrid). Se trata de un centro público de escolarización preferente para alumnos con Necesidades Educativas Especiales (NEE) dedicado a niños con discapacidad motórica.
Su madre, Gemma Dávila, lo matriculó en este centro porque tiene una parálisis cerebral que le provoca problemas de movilidad física y en el habla, y desde los servicios de Atención Temprana le recomendaron «vivamente» este lugar. «Sin embargo, de seis horas lectivas, mi hijo se pasa cinco fuera de la clase, apartado junto a los demás niños con discapacidad en el edificio de fisioterapia», denuncia Gemma a Servimedia.
En su opinión, esto es «consecuencia directa» de los recortes de personal, pues el CEIP Bellas Vistas perdió este curso tres profesores de apoyo, que son los encargados de ayudar a los grupos en los que hay tres o más alumnos con discapacidad para que estos puedan seguir las clases con el resto de los compañeros.
La Consejería de Educación de Madrid niega, sin embargo, este extremo e insiste en que este curso no ha habido ningún recorte de personal, sino que al contrario se han incorporado 800 nuevos profesores al sistema.
Fuentes de la Comunidad de Madrid agregaron a Servimedia que este centro tiene el personal de apoyo que le corresponde por el número de alumnos, un personal «muy volcado en la educación individualizada y en la atención preferente a este alumnado».
UNA HISTORIA DE OBSTÁCULOS
Según Gemma, los problemas empezaron el año pasado, en torno a la primavera, cuando ella y su marido se dispusieron a buscar centros por el barrio donde matricular a Rubén y a su hermano mellizo, que no tiene discapacidad.
«El dictamen de Escolarización decía que Rubén tenía que asistir a cualquier centro de educación ordinaria donde se le deberían prestar los apoyos precisos». «Sin embargo, los dos centros públicos que más nos convencían por proximidad a casa y por accesibilidad (Rubén utiliza un andador) nos pusieron todos los problemas del mundo». «En uno de ellos, llegaron a decirme que si lo matriculaba allí, mi niño se quedaría marginado todo el curso», recuerda Gemma a pesar de que la ley prohibe esa discriminación.
Ella presentó esta situación a los servicios de Atención Temprana, donde le recomendaron el centro preferente para discapacitados motóricos Bellas Vistas. «Está también en Alcorcón, pero tenemos que ir en coche, y hubimos de conseguir también plaza para su hermano». Sobre el papel y en las reuniones con la dirección, inicialmente «todo sonaba de maravilla».
«El problema llegó cuando me pasaron los horarios de Rubén, y vi que tenía muchas sesiones de fisioterapia y de rehabilitación, sí, pero apenas tenía horas de clase. El curso ha empezado y, en la práctica, de seis horas lectivas, se pasa cinco en el edificio de fisioterapia», destaca Gemma.
Allí permanece junto al resto de niños con discapacidad motórica del centro, pero apartado de los niños de su clase. «¿Es esto educación integrada?», se pregunta. «Para lo que hace allí, podía haberle enviado a un centro de día o de rehabilitación. En la escuela hay que aprender también».
Esta madre se ha quejado al centro y desde la Jefatura de Estudio le han explicado que de las cinco personas dedicadas al apoyo de los alumnos con discapacidad motora, ahora solo queda dos, y son las que se ocupan de los traslados. Por eso, Rubén no puede pasar más tiempo con sus compañeros de clase, un grupo de 27 alumnos donde hay otros tres niños con discapacidad.
«No hay nadie que acompañe a la profesora para ayudar a estos niños, y la solución es tenerlos a todos juntos apartados». La única hora que pasa junto a sus compañeros es gracias a una alumna de la universidad que está de prácticas, precisa Gemma, «pero se le acaban en marzo».
Desde la Comunidad de Madrid rechazan esta posibilidad y aseguran que nunca han recibido quejas de ninguna familia del Bellas Vistas. «Es más, la Consejería mima tanto a este centro que el próximo mes de septiembre se inaugura un gimnasio, demanda histórica del profesorado y de las familias», subrayan las fuentes consultadas por Servimedia.
MADRE DESESPERADA
La parálisis cerebral que padece Rubén se debió a complicaciones en el parto y le ha afectado a la movilidad en general (necesita un andador y una silla de ruedas para largas distancias) y al habla. «De momento solo dice ‘mamá’, pero le hemos enseñado la lengua de signos y, aunque tiene problemas para gesticular, se comunica perfectamente».
Rubén se ayuda de pictogramas y, poco a poco, va mejorando en el uso del lenguaje y en su movilidad. Sin embargo, su capacidad mental no está afectada en absoluto, y puede aprender al mismo ritmo que el resto de compañeros, aclara Gemma, que confiesa desesperada que ha llamado a «todas partes».
En el área territorial Sur (de la Consejería) no me cogen el teléfono, en el ayuntamiento de Alcorcón me dicen que esto depende de la Consejería, en la Oficina de Atención de la Discapacidad (dependiente del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social) me dicen que es muy difícil…», agrega.
Para el curso que viene, Gemma piensa pedir un nuevo dictamen de escolarización y matricular, este vez sí, a Rubén y a su hermano en el centro que su marido y ella decidan. Además, se ha puesto en contacto con otros padres de colegios del sur de Madrid y con asociaciones de profesores para reclamar juntos lo que le corresponde a su hijo. «A lo que tiene derecho», enfatiza.