El océano pudo rodear Picos de Europa hace 345 millones de años

Un equipo de investigadores ha descubierto una plataforma marina carbonatada en los Picos de Europa construida desde hace 345 millones de años (20 millones de años más antigua que las conocidas en Asturias) y que pudo estar aislada y rodeada de océano.

El estudio fue liderado por Sergio Rodríguez, catedrático de Paleontología de la Universidad Complutense de Madrid, y en él también trabajaron Javier Sanz y Silvia Blanco, paleontólogos de la Universidad de Oviedo; Pedro Cózar, científico titular del CSIC-IGEO de Madrid, e Ian Somerville, de la Univesity College de Dublín (Irlanda). La investigación ha sido publicada en las revistas científicas ‘Geological Journal’ y ‘Palaeogeography, Palaeoecology, Palaeoecology’.

La plataforma se denomina Valdediezma y está dentro del Parque Nacional de Picos de Europa, entre el Jitu de l’Escarandi, Tresviso y La Hermida, caracterizada por microfósiles (foraminíferos, algas y conodontos).

Los investigadores trabajan con la hipótesis de que esta plataforma estuvo aislada y rodeada de un océano profundo enfrente de la Cordillera Varisca, que comenzaba a elevarse en terrenos de Galicia, y Castilla y León.

La preservación de una plataforma del Carbonífero en la Europa meridional es excepcional, ya que hasta el momento sólo se conocían restos de otras plataformas desmanteladas y transportadas al fondo oceánico.

Esta preservación fue posible por el crecimiento de otras plataformas carboníferas más modernas y adosadas a ella, cuyas calizas forman los relieves de los Picos de Europa y de la sierra del Cuera hasta alcanzar el mar Cantábrico.

FÓSILES

La plataforma carbonatada se reconoce a través de los fósiles. Está construida por la acumulación de sedimento por microbios y de esqueletos calcáreos de invertebrados, organismos unicelulares y algas marinas, que dieron lugar a la roca caliza, predominante en el Parque Nacional de Picos de Europa.

En la investigación se extrajeron microfósiles (normalmente con un tamaño de menos de un milímetro) para separar la nueva plataforma de otras plataformas más modernas que eran las descritas previamente.

Los macrofósiles son difíciles de diferenciar en calizas masivas de color claro. Los microfósiles fueron estudiados a partir de secciones muy finas de roca que se ven a través del microscopio o bien del residuo obtenido en la disolución parcial de la roca en el laboratorio. El personal científico las comparó con muestras de todo el mundo.

El descubrimiento de la plataforma se inició en las Vegas de Sotres, en donde se habían descubierto microfósiles que habían llegado transportados hasta el fondo marino por corrientes marinas profundas. A partir de entonces se buscó su procedencia explorando un área extensa hacia el norte y se realizaron mapas y un muestreo para intentar reconocer el área en la que hubieran vivido y desde la que llegaron, para más tarde delimitar la extensión de esta plataforma donde bullía la vida en un mar cálido.

Los primeros resultados indicaron que la caliza se había formado a escasa profundidad de agua, pero sobre todo que estos microfósiles sugerían el desarrollo de la construcción de caliza somera más antigua hasta ahora conocida en el Carbonífero de la Cordillera Cantábrica. Para esa época, sólo se conocía en Asturias una caliza rojiza con fósiles de cefalópodos depositada en un fondo marino profundo y con la que está recubierto parte del centro de Oviedo/Uviéu.

Todas las muestras se tomaron en la superficie del terreno. Aunque la plataforma se formó sumergida bajo el mar, la formación de los Picos de Europa las elevó hasta las cumbres actuales. El fuerte relieve de Picos ayuda y permite recorrer desniveles de más de 1.000 metros desde las zonas más altas hasta la garganta del Cares o el desfiladero de La Hermida sin necesidad de hacer ningún tipo de extracción compleja. Parte de estas dos rutas están sobre la caliza de Valdediezma.

“Realmente, la caliza siempre ha estado allí, en Bulnes, Sotres, Tresviso y alrededores de Bejes. Hemos andado muchos sobre ella con nuestras mochilas. La novedad es la demostración mediante microfósiles de su significado”, apunta Sanz.