Los equipos de emergencia continúan trabajando para recuperar con vida al pequeño Julen, de dos años, que cayó el domingo en un pozo en Totalán (Málaga). Su familia no pierde la esperanza de que lo encuentren con vida.
Un caso similar se vivió en Estados Unidos hace algo más de 30 años. Jessica Mclure tenía 18 meses cuando una tarde de octubre en la que estaba jugando con otros niños en el patio de su tía, desapareció por un hueco en el suelo.
Se trataba de un pozo abandonado de agua de 20 centímetros de perímetro. La pequeña permaneció atrapada en su interior, durante 58 horas, hasta que finalmente, pudo ser rescatada con vida.
La historia con «final feliz» tuvo lugar en Midland, Texas (Estados Unidos) en 1987, y mantuvo a América conteniendo el aliento durante las muchas horas de angustia retransmitidas por la CNN. Según recuerda el diario ‘Clarín’, la niña «estaba casi siete metros debajo de la superficie«.
En un primer momento, la policía y los bomberos pensaron que podrían acceder hasta la pequeña con la perforación de un pozo paralelo y luego un canal, pero se toparon con un problema: alrededor de la bebé no había tierra blanda, sino piedra dura.
Sin embargo, no cesaron en su empeño cuando volvieron a escuchar a la niña y lograron terminar el pozo paralelo y el túnel lateral 45 horas después. Fue un paramédico, Robert O’Donnel quien logró superar la claustrofobia y fue resbalando con gelatina de petróleo hasta llegar a la niña.
Cuando llegó hasta ella, y localizó su pierna, trató de tirar, pero la bebé se quejó, por lo que tuvo que cambiar de estrategia. Tardó más de 20 minutos bajo la opresión de toneladas de piedra alrededor», pero finalmente la sacó con vida.
El 16 de octubre Jessica McClure fue rescatada, aunque deshidratada y con gangrena en el pie derecho, por lo que tuvo que ser operada en varias ocasiones. Toda América celebró la noticia que llevaban esperando desde hacía días. El propio presidente, Ronald Reagan, señaló que «todos en América se convirtieron en padrinos y madrinas de Jessica», y su sucesor, George Bush, la recibió en la Casa Blanca.
Tres décadas después, Jessica McClure vive una vida normal en Midland, y tiene dos hijos. Por su parte, su salvador y héroe nacional, Robert O’Donnell, nunca se recuperó del estrés postraumáutico que sufrió, ni del hecho de convertirse en una estrella y luego volver al anominato. En 1995 se quitó la vida.