El candidato a la investidura como presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, apeló este martes al diálogo para materializar el mandato de los electores andaluces y dejó clara su voluntad de hablar «con todos» sin renunciar «a hablar con nadie».
En su discurso de investidura ante el Parlamento de Andalucía, Moreno se declaró consciente «de la trascendencia» de esta sesión, que implica «renovación y esperanza» tras casi 40 años de gobiernos socialistas. «El cambio ha llegado ya a Andalucía», proclamó.
Alertó de la necesidad de «interpretar con acierto y voluntad» el mandato de las urnas y dejó claro que se presenta «con la fortaleza de quien sabe que los andaluces han expresando de forma inequívoca su voluntad de cambio», pero también «con humildad» porque es consciente de que necesita apoyo parlamentario. Además de cambio, dijo, los andaluces votaron por el diálogo.
El resultado de las elecciones, proclamó, «nos obliga a entendernos» para materializar ese cambio y a hacer del diálogo «la savia nueva de la política en Andalucía», y ese diálogo hay que ejercerlo «sin complejos, sin prejuicios, sin cordones sanitarios», y la mayoría de cambio es «legítima y clara», añadió, ya que suma 59 escaños.
El Gobierno de coalición con Ciudadanos no llega a la mayoría absoluta y por eso, explicó, ha llegado a un acuerdo de investidura con Vox para dotar de «estabilidad» a ese Ejecutivo. Quiere ser un presidente reformista, dijo, y esas reformas requieren apoyo suficiente. Por ello, se declaró «dispuesto a hablar con todos, y no renuncio a hablar con nadie», tomando como referencia la «normalidad» de la que hacía gala el expresidente del Gobierno Adolfo Suárez.
Como todo cambio, dijo en un momento de su intervención, el cambio político en Andalucía genera resistencia, sobre todo por parte de quienes «temen perder la posición cómoda que han ostentado» las últimas cuatro décadas. Denunció, en ese sentido, que «hay quienes intentan desestabilizar el nuevo gobierno antes incluso de que se conforme», y les recordó que fomentar la crispación y la división social es una «grave irresponsabilidad y va contra los principios de concordia y libertad» consagrados en la Constitución y en el Estatuto de Autonomía.