Borrell dice que la UE trabaja para contar con instrumentos que permitan a sus empresas «escapar» de los efectos de las sanciones de EEUU a Irán

El ministro de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, Josep Borrell, trasladó este miércoles a su homólogo iraní, Mohannad Javad Zarif, que la Unión Europea tiene el «máximo interés» en desarrollar plataformas de pago que permitan a sus empresas «escapar» de los efectos de las sanciones de EEUU a Irán.

Así se pronunció el jefe de la diplomacia española, en declaraciones a los periodistas, después de reunirse con su ‘colega’ iraní en el marco de la celebración del Diálogo Raisina, un foro de política exterior con el que el país indio quiere demostrar su pujanza en el mundo.

Lo hizo después de que la UE haya decidido imponer sanciones a los servicios de inteligencia iraníes y a dos personas de esta nacionalidad por estar presuntamente involucrados en una serie de asesinatos contra disidentes en Holanda, Dinamarca y Francia.

El ministro destacó que la reunión fue «interesante y positiva» y que transcurrió en un «tono constructivo». Apuntó que Irán es una «gran potencia regional» y un «actor geoestratégico de primer orden en Oriente Medio», lo que obliga al mantenimiento de unas relaciones políticas y económicas con él de cierta enjundia.

Añadió que España está alineada junto con el resto de Estados miembros para que el acuerdo nuclear suscrito con Irán, y que ha sido denunciado por el presidente de EEUU, Donald Trump, «no se hunda», debido a que de este acuerdo «dependen nuestra seguridad en Europa.

Abundó en que trató con el ministro de Exteriores iraní la situación de las empresas españolas con intereses en Irán y la manera en la que «evitar las sanciones del gobierno americano. Esto le sirvió para reiterar que España va de la mano del conjunto de la UE en la denuncia y condena dela decisión de la Casa Blanca.

No obstante, reconoció que los iraníes «piden más» y consideran que la UE «no va tan aprisa» en el establecimiento de plataformas de pago que permitan a las empresas europeas «escapar» de los efectos de las sanciones de EEUU a Irán.

Ante estas suspicacias, dejó claro que Europa tiene el «máximo interés» en dotarse de instrumentos que «la independicen de EEUU en aquellas transacciones finacieras» con Irán.

A su vez, lamentó la «mala suerte» que ha tenido que su reunión con el ministro iraní haya coincidido en el tiempo con la publicación de las sanciones de la UE a Irán. A pesar de ello, dijo que este hecho no ha impedido que el encuentro haya sido «cordial y constructivo».

Aprovechó para manifestar que si la UE estuviera «más unida», iría «más rápido en la creación de plataformas de pago» que posibilitarían a las empresas europeas sufrir «menos riesgos», logrando, de este modo, que las «amenazas de EEUU de sanciones, con esa extraterritorialidad universal que se ha atribuido, no tendrían los efectos que tienen».

Reflexionó sobre la conveniencia de que los europeos comprendan que «en este mundo de gigantes» no se puede permitir el lujo de «estar separados» ni de «hablar hasta la extenuación de decisiones que podrían resolver con una Europa más integrada políticamente».

Para que ese anhelo se materializara, continuó Borrell, sería adecuado «abandonar la regla de unanimidad», ya que «mientras que tengamos que estar de acuerdo todos en todo difícilmente acordaremos sobre nada».

DISCURSO DIÁLOGO RAISINA

Esta idea -la de la importancia de que la UE refuerce su unidad para tener influencia en el mundo actual- fue el eje sobre el que articuló el discurso que pronunció previamente en el Diálogo Raisina.

Llamó la atención sobre cómo los europeos han cambiado su percepción de la UE, evolucionando desde su consideración como la herramienta fundamental para garantizar la paz en el Viejo Continente hasta ser tenida en cuenta como aquel actor que les asegura su prosperidad económica.

Esto le sirvió para alertar acerca del desapego que muchos europeos han experimentado hacia las instituciones comunitarias desde la crisis económica de 2008, que obligaron a los Estados miembros a poner en marcha «políticas de recortes presupuestarios» generando «desigualdad social».

Reconoció que la gestión de la crisis económica y de la crisis migratoria por parte de la UE ha acabado por «debilitarla» y por generar «divisiones» entre los países septentrionales y meriodionales del club comunitario y entre los occidentales y orientales del mismo.

Asimismo, aseveró que las políticas de «ajustes dolorosos» a los países del sur de Europa y a Irlanda se basaron en una «premisa errónea»: que «vivían por encima de sus posibilidades».

A pesar de que destacó que el Producto Interior Bruto (PIB) de la UE ha recuperado los niveles precrisis, lamentó que se ha sufrido una «década perdida» en términos económicos, en la que numerosas personas han perdido su puesto de trabajo, lo que ha provocado el deterioro de la imagen de la UE.

A su vez, Borrell advirtió de que la crisis migratoria afecta a la «identidad de las sociedades», lo que lleva a que la UE se enfrente a una «paradójica situación»: rechazar a los inmigrantes a pesar de que el declive demográfico del Viejo Continente convertirá a la inmigración en un factor determinante para «rejuvenecer nuestras sociedades» y «revitalizar nuestros mercados laborales».

Alertó de que el desafecto de los ciudadanos hacia la UE está sirviendo de lanzadera para el triunfo de los «populismos» en los distintos Estados miembros, por lo que apeló reiteradamente en la necesidad de que la Unión Europea sea capaz de incrementar su unidad para tener influencia en la escena internacional.