El uso excesivo de los aparatos tecnológicos también tiene consecuencias negativas para el oído. Cada vez más niños y adolescentes experimentan problemas de audición. Una de las razones se encuentra en el uso abusivo de escuchar música a todo volumen en los dispositivos de audio o teléfonos móviles.
La utilización de este tipo de dispositivos como reproductores de MP3, Ipod o teléfonos a unos niveles de volumen perjudiciales y durante un tiempo de escucha prolongado pueden llegar a tener consecuencias muy negativas en la capacidad auditiva de quienes los utilizan.
Tal como explica la doctora Bárbara Meliá, otorrino del Hospital Vithas Nisa Rey Don Jaime, “los problemas auditivos afectan al 23% de las personas que utilizan auriculares a un volumen elevado durante cuatro horas al día. La pérdida de audición o los pitidos que experimentarán en los oídos debido al excesivo ruido soportado son los problemas más habituales y de hecho han propiciado que aumenten las visitas al otorrino en torno al 10% y realmente es el principio pues las consecuencias de la pérdida de audición salen al cabo de unos años en mayor medida“.
Además, el uso de los auriculares de forma no correcta puede llegar a alterar la capacidad de aprendizaje, de memoria y de retención de los niños, favoreciendo además su aislamiento social. Según Ana Arechavaleta, psicóloga del mismo centro, “el ruido repercute en el sueño produciendo insomnio, lo que conduce a un cansancio general que disminuye las defensas y además el ruido genera alteraciones en la conducta momentáneas, las cuales consisten en agresividad o mostrar un individuo con un mayor grado de desinterés o irritabilidad”
Por este motivo, los profesionales de la salud resaltan la importancia de cambiar los hábitos de niños y adolescentes. “Cada vez es más común, -afirma la dra. Meliá-, que los niños a edades más tempranas utilicen los “cascos” diariamente para escuchar música o para jugar, y en la época tecnológica que vivimos no podemos evitarlo, pero sí podemos limitar el tiempo de utilización a menos de una hora al día y a un volumen bajo que no tiene que superar el 60 por ciento del volumen máximo de los aparatos de audio personales”.
Por poner un ejemplo, “con los cascos podemos obtener la misma intensidad de sonido que si vamos a un concierto. Aunque son pequeños, pueden generar ondas de sonidos de presión elevada cerca de la membrana timpánica. La exposición a sonidos por encima de 85 decibeles puede dañar la audición. Pues imaginemos estar permanentemente en un concierto el daño que puede ocasionar en nuestra audición “
El tipo de auriculares también es un factor a tener en cuenta. “Se debe utilizar auriculares o cascos que se ajusten bien al oído de los niños y permitan aislar el ruido del entorno, para poder escuchar con claridad sin necesidad de elevar el volumen del dispositivo. Además si estos no se introducen en el oído es mejor, ya que resultan menos agresivos al no estar en contacto directo con el pabellón auditivo” y añade «evidentemente, la pérdida de la audición inducida por el ruido se está convirtiendo en un problema entre los niños y los adolescentes”, concluye la doctora Meliá.