Falta de puntualidad.
No es necesario llegar con demasiada antelación, pero sí con el tiempo suficiente para localizar el lugar y poder analizar a los otros candidatos o la empresa en sí. Si vas a llegar tarde por algún imprevisto, debes avisar con antelación a la persona encargada de la entrevista para que conozca el motivo de tu retraso previamente.
Descuidar el contacto previo
La forma en la que entregamos un CV, nuestro email de presentación ante una oferta laboral o la llamada telefónica para confirmar la cita de la entrevista forman parte de la impresión que la empresa puede obtener de cada uno de los candidatos. No seas descuidado.
Falta de interés
Los candidatos envían decenas de currículum a la semana por lo que buscar información sobre la empresa, sus valores, historia o localización, son tareas fáciles que pueden diferenciarte del resto de candidatos. Además, es importante que conozcas la oferta y el puesto en cuestión antes de acudir a la entrevista.
No dejar hablar al interlocutor
Es fundamental dejar que el interlocutor lleve el peso de la conversación en un primer momento hasta que empiece la entrevista y llegue el turno de las preguntas. Tampoco conviene ser escueto. La empresa necesita conocerte a ti y tus cualidades para seleccionarte. Desde IMF Business School, aconsejan respuestas de entre 30 segundos y 2 minutos. Nada de monosílabos.
Anticiparse.
Comenzar la entrevista preguntando sobre las condiciones económicas, los horarios o vacaciones, nunca es una buena idea. Ninguna compañía demanda trabajadores interesados en esos aspectos más que en la oferta o empresa en sí. La propia empresa sacará el tema cuando llegue el momento idóneo.
Interesarte por el resto de candidatos.
Hoy en día, una oferta de trabajo recibe entre 800 y 1.300 candidaturas, según el estudio Brand Employment de Randstad. Interesarte por el número de candidatos para el puesto sólo servirá para aumentar tu nerviosismo.
Tan malo es inventarse cosas cómo no saber qué aparece en tu currículum vitae
Estudia tu propia vida laboral y no disfraces la realidad. Para ayudarte a contestar las preguntas, prepara un guion explicando tu formación y experiencia previa. No ser capaz de explicar alguno de los aspectos que aparecen en él suena a falso, tu vida laboral no es tan intrincada como los guiones de Juego de Tronos.
Caer en las adulaciones
Al igual que no es aconsejable hablar mal de trabajos anteriores, tampoco lo es halagar en desmedida el puesto al que se postula. Lospelotas descarados no gustan, por mucho que haya gente que opine lo contrario.
Presumir de idiomas
Aunque 6 de cada 10 empleados aseguran no utilizar los idiomas que les exigieron al ser contratados, según la I Encuesta Adecco sobre Exigencia de Idiomas sigue siendo uno de los puntos fuertes a la hora de encontrar trabajo. Sin embargo, engañar sobre tus conocimientos de idiomas no es aconsejable ya que puede que realicen la entrevista en ese idioma y pierdan la confianza en tus cualidades. Si hablas como Chiquito no pretendas hacerlo como Shakespeare, no es buena idea.
Pasarse de insistente
Deja claro que te interesa la oferta, pero no supliques por el puesto ya que conseguirás el efecto contrario. Tampoco es recomendable llamar cada día para conocer el estado de la oferta.
Cuidado con la seguridad en uno mismo
Tampoco es aconsejable dar por hecho que has conseguido el puesto hasta que te lo confirmen o preguntar cómo lo has hecho. Ni pasarse ni quedarse corto: En el término medio está la clave.
Mentir sobre tu situación personal
Si tu situación personal no es compatible con el puesto debes reconocerlo y no hacer perder el tiempo a la empresa. Valorarán tu sinceridad para próximas ofertas que sean compatibles con tu vida personal.
No llevar la documentación necesaria
Varias copias del currículo, los títulos y contratos que avalen tu experiencia, son documentos imprescindibles en una entrevista. Si además puedes mostrar ejemplos de tu trabajo, mejor que mejor.