Comer en ‘el momento equivocado’ influye negativamente en la salud

Los horarios regulares de comidas mejoran la sincronización del ‘reloj biológico circadiano’ y cumplen su función anticipatoria, mejorando la eficiencia digestiva y metabólica, por lo que la irregularidad en los horarios de las comidas, cada vez más frecuente debido al ritmo de vida actual, influye negativamente en la salud y comer ‘en el momento equivocado’ se asocia a un mayor riesgo de sobrepeso, trastornos metabólicos y trastornos del sueño, entre otros problemas.

Estas son algunas de las conclusiones a las que han llegado Ángeles Rol y Juan Antonio Madrid, del Laboratorio de Cronobiología de la Universidad de Murcia, que han analizado por encargo de Herbalife Nutrition, compañía global de nutrición, la importancia del reloj biológico para el bienestar, cómo se debe programar la nutrición con cuidado y cómo funciona el reloj biológico, que está directamente vinculado a un estilo de vida activo y saludable.

Según ambos expertos, «en las sociedades desarrolladas, la incidencia del sobrepeso, la obesidad y las enfermedades metabólicas está aumentando continuamente. Los estilos de vida altamente sedentarios, junto con la fácil disponibilidad de alimentos procesados de alta energía, son las dos razones principales que podrían explicar esta epidemia».

Agregan que «hasta ahora, la investigación para abordar este problema se ha centrado en analizar el impacto de la composición de la dieta preguntando: ¿qué estamos comiendo?».

¿CUÁNDO COMEMOS?

Sin embargo, continúan, «se ha prestado menos atención a otro aspecto de la nutrición: ¿cuándo estamos comiendo? La cronobiología de la conducta alimentaria aborda este tema al estudiar la influencia de nuestros horarios de alimentación en nuestro metabolismo, su regularidad y los nutrientes que ingerimos en diferentes momentos del día».

Recuerdan que retrasar las comidas, en particular comer tarde, se asocia con un mayor riesgo de sobrepeso, obesidad, trastornos metabólicos y del sueño. Asimismo, algunos nutrientes pueden hacernos sentir peor o mejor dependiendo de cuándo se ingieren. Este es el caso de los azúcares, ya que cuando se ingieren por la noche producen un mayor aumento de la glucosa en la sangre debido a la resistencia a la insulina que se produce naturalmente durante el período de ayuno nocturno.

Las comidas tradicionales a horas fijas en un entorno familiar están cambiando progresivamente hacia patrones de alimentación más irregulares fuera del hogar con alimentos procesados, indican, para preguntarse seguidamente: «¿Podría este cambio de hábito estar afectando a nuestra salud? La respuesta es totalmente afirmativa. Para entender por qué, es importante entender dos características fundamentales del ‘reloj biológico circadiano'».

RELOJ BIOLÓGICO CIRCADIANO

La primera de ellas, detallan los autores del artículo, es que «el reloj debe ajustarse, día a día, mediante señales ambientales periódicas (los denominados sincronizadores o zeitgebers) y esto incluye el ciclo de ‘luz-oscuridad’ y el tiempo de comida regular. En ausencia de sincronizadores, los ritmos se desincronizan con el ciclo ambiental de 24 horas».

El segundo es el de «la función del reloj biológico para permitir que los procesos fisiológicos anticipen estos eventos periódicos que ocurren en nuestra vida habitual. Por lo tanto, el reloj circadiano nos prepara para despertarnos y levantarnos por la mañana, lo que lo convierte en un proceso menos traumático y predice el momento preciso en el que vamos a comer. Si comer siempre tiene lugar al mismo tiempo, el reloj circadiano activará la motilidad gastrointestinal y las secreciones digestivas por adelantado, y luego, cuando se ingieren alimentos, la digestión, la absorción de nutrientes y los procesos metabólicos se pueden realizar con la máxima eficiencia. La irregularidad de las comidas dificulta la sincronización del reloj circadiano y evita su función anticipatoria».

Por lo tanto, no consideran sorprendente que los estudios que abordan experimentalmente el impacto de la irregularidad en el horario de las comidas hayan mostrado resultados consistentes en relación con la salud. «Cuando nos saltamos las comidas y/o estas ocurren en momentos irregulares, se han informado varios síntomas poco saludables: 1) el efecto termogénico de los alimentos (esto es un aumento transitorio en el gasto calórico que se produce después de la ingesta); por lo tanto quemaremos menos calorías; 2) aumento de la sensación de hambre, en parte como consecuencia de la reducción de los niveles de péptido YY (una señal de saciedad) en respuesta a la ingesta de alimentos; 3) empeora el control de la glucemia, tanto en sujetos sanos como en diabéticos».

Además, los estudios epidemiológicos realizados en grandes poblaciones han demostrado que las personas que comen de manera irregular tienen más probabilidades de sufrir síndrome metabólico, resistencia a la insulina (la insulina liberada en respuesta a los alimentos produce menos efecto y luego aumenta la glucosa en la sangre) y eventos cardiovasculares.

Por lo tanto, «los horarios regulares de comidas mejorarán la sincronización del reloj circadiano y cumplirán su función anticipatoria, mejorando la eficiencia digestiva y metabólica», concluyen.

(SERVIMEDIA)