Doña Amparo Martínez y Don Luis Arroyo, fundadores de la Fundación Juan XXIII Roncalli, han pasado por el programa de radio de Vidas Insuperables, que se emite cada domingo, a partir de las 22.05 horas, en Gestiona Radio. El programa de radio de las personas han explicado la historia de esta fundación que lleva más de medio siglo de entrega a los demás y trabajando por la inclusión sociolaboral.
Vidas Insuperables
En el año 1966, conscientes de las necesidades sociales del colectivo de personas con discapacidad intelectual, Doña Amparo Martínez y Don Luis Arroyo comenzaron a gestar un sueño. Una historia de más de medio siglo que han contado al programa de radio de Vidas Insuperables, que cada domingo se emite a partir de las 22.05 horas, en Gestiona Radio.
Su anhelo se materializó 3 años después en un colegio para todos, el primer centro educativo Juan XXIII para niños con discapacidad intelectual situado en la calle Segre de Madrid. “Empezamos con el colegio que era Juan XXIII Pedagogía Terapéutica, y a los dos años descubrimos que los chicos solo se podían desarrollar hasta cierto punto, así que el siguiente paso era ocuparlos laboralmente y darles un estímulo fundamental que es el económico”, explica Luis Arroyo.
“Entonces se crea el centro de empleo protegido pero la cosa seguía quedándose limitada en actividades y empezamos a soñar con una huerta y una nave industrial”. Desde entonces no han dejado de crecer y fueron desarrollando los espacios y las actividades y, poco a poco, ampliando sus instalaciones.
A día de hoy cuentan con unos equipamientos de gran calidad, profesionales comprometidos y novedosos talleres terapéuticos y ocupacionales que les ayudan a conseguir su principal objetivo: la integración social y laboral de las personas con discapacidad intelectual.
Entre sus líneas de actividad se encuentran servicios de marketing directo como mailing y embolsado de publicaciones, servicios logísticos, gestión documental, servicios de recursos humanos, material de oficina, catering, regalo promocional y productos hortofrutícolas ecológicos.
“Los padres nos han querido, nos han ayudado y hemos sido muy felices”
Amparo recuerda con nostalgia el camino que han tenido que recorrer para llegar donde están hoy. Empezaron sin nada, ni siquiera pudieron celebrar su boda porque no tenían dinero para crear el colegio. Sin embargo, reconoce que le llena de alegría y emoción ver la situación actual del colectivo con el paso del tiempo, gracias en parte a su equipo, y a cómo han evolucionado la sociedad y las asociaciones de padres.
Trabajaba como voluntaria en hermandades. “Lo primero que hicimos fue ir a la mutualidad de la construcción a coger 20 personas que tuviesen niñas. Fui al ministerio y allí todo lo que había de educación especial era una habitación muy pequeña, con un fichero de dos metros. Era una precariedad que no se pueden imaginar”.
Cuando empezaron esta iniciativa, Amparo Martínez había estudiado magisterio pero no contaban con una formación específica en educación especial. “Nos dieron dos aulas gratis, y no sabíamos que hacer con ellas. Todo mi afán era qué hacer en el día con ellas, cantábamos, jugábamos, y allí pasábamos el día”.
Desde entonces, ha pasado medio siglo en el que aquel sueño se ha transformado en la Fundación Juan XXIII Roncalli, una de las entidades de referencia e históricas en España trabajando por los derechos de las personas con discapacidad. Actualmente esta entidad cuenta con 410 trabajadores, 250 usuarios y 120 alumnos, es decir, casi 800 personas pasan al día por allí.
En la Fundación Juan XXIII Roncalli no se conforman con atender y cuidar a sus usuarios, sino que se preocupan por mejorar su calidad de vida y la de sus familias potenciando al máximo sus capacidades y su desarrollo personal, fomentando su independencia y autonomía. Por eso, Don Luis estudió psicología con la idea fundamental de conocerse a sí mismo, “y de ahí conocer al prójimo que es lo que más cuesta, sacrificarse y desarrollar el amor”.
“La clave de todo individuo está en ocuparse en lo que le gusta”
Desde que empezaron a buscar trabajo en las empresas, los beneficios eran íntegros para los trabajadores. “Lo bonito de la fundación es que hay una variedad muy rica de trabajos y mucho apoyo diferente para cada persona y cada discapacidad. Trabajan, tienen sus nóminas y ganan de salario mínimo 1000 euros. Reciben una compensación por su esfuerzo y se valora su capacidad”.
Hace unos años las empresas querían colaborar económicamente, pero no buscaban integrar a personas con discapacidad dentro de sus ámbitos. “A día de hoy ha cambiado porque les formamos y después, como hay varias empresas, diversificamos y los tutelamos. El trabajador social se encarga de ir a la empresa y generalmente se trabaja y se hace bien, no hay problemas”.
Actualmente, explica Don Luis, la fundación está estudiando cómo conseguir una unión permanente con el tejido empresarial a través de psicología, pedagogía, apoyo laboral, integración en las empresas y el seguimiento en las mismas.
“No cambiaría mi vida por nada”
Tras más de cincuenta años entregados a los demás, aseguran sentirse satisfechos, orgullosos y muy felices por todo lo que han logrado hasta ahora. “Tengo 83 años y he sido muy feliz toda mi vida, y quien me lo da realmente son los chavales. No cambiaría mi vida por nada”, afirma emocionada Doña Amparo.
Esta entrega a los demás, les ha llevado a conseguir diferentes reconocimientos. Entre ellos el que recuerdan con más ilusión, el “Reconocimiento al trabajo bien hecho” que les entregó Felipe VI en 2014.