Kate Moss ha cumplido 50 años. La supermodelo ha confesado al periódico británico ‘The Times’ sentirse en «negación» sobre envejecer. “No voy a cumplir 50”, dijo en una entrevista publicada el pasado domingo sobre su significativa fecha en enero de 2024. “No lo estoy pensando. No me siento de 50”, agregó Moss, quien es madre de Lila Moss Hack, de 20 años, fruto de su relación con Jefferson Hack, fundador de Dazed Media.
En medio de esta atmósfera de reflexión y celebración, emerge el trabajo de Chris Levine ‘She’s Light (Pure)’, y uno de los más icónicos retratos de la modelo. Ahora es parte de la exposición del artista en el Museo Gran Vía, 15, que el propio artista inaugura el próximo día 24 en pleno centro de Madrid.
Levine, conocido por su trabajo con luces, láser y holografía, ha construido un seguimiento de culto con sus retratos icónicos de algunas de las mujeres más fotografiadas de todos los tiempos, incluyendo a la Reina Isabel II, Grace Jones y, como se presenta aquí, Kate Moss. Gracias al hábil manejo que Levine hace de la impresión lenticular, nos encontramos con una experiencia sensorial y una oferta visual de la supermodelo que tiene más en común con una musa histórica del arte, que con una de la moda y la celebridad que domina nuestra cultura pop.
Las piezas de la exposición, incluyen la caja de luz lenticular, ‘She’s Light (Pure)’, donde Moss se muestra contra un fondo blanco inmaculado. Mientras nos movemos alrededor de la pieza, podemos apreciar la naturaleza delicada y pálida de su piel, sus ojos cerrados y labios laqueados. Esta imagen permite a Levine retratar a la Musa de la moda como un efecto de la luz. La forma en que Levine captura a la modelo es idéntica a su representación de la Reina Elizabeth II de Inglaterra, permitiéndonos así alejarnos de la imagen estereotipada del ícono de la moda y la cultura, y apreciarla como una obra pulsante y meditativa.
Levine explica que sus imágenes «han resonado tanto porque van hacia una dimensión más espiritual y a un ámbito más profundo. Es lo que somos, pero con lo que la gente no conecta muy a menudo». Utilizando la tecnología lenticular, esta noción de profundidad e inmersión verdadera en la mente del artista se acentúa. El espectador puede interactuar con la pieza circulándola y apreciando su energía meditativa inherente.
A través de esta experiencia, nos encontramos comprendiendo una nueva idea de Kate Moss, alejada de la concepción preestablecida en nuestras mentes. Como describe Levine sobre esta sesión, «cada oportunidad que tuve de hacer un retrato, intenté destilarla a la esencia pura». El trabajo de Levine es inmersivo y, por extensión, transformador. A menudo enfocado en una experiencia colectiva que realza la conciencia del momento presente y nuestra conexión unos con otros. Kate Moss irradia una calma y quietud que domina su languidez erótica aquí, la cual suele ser el motivo predominante en las representaciones que se hacen de ella. En una pose que recuerda a un busto clásico, este trabajo es tanto un homenaje a los emblemas clásicos en el arte, como una veneración a los avances técnicos en el arte que nos permiten experimentarlo de nuevas maneras.
«Hay un espíritu en Kate que parece haber resonado con tantos. Llevar su belleza y traducirla en luz como imagen era lo que me propuse hacer. Dadas todas las imágenes que se han hecho de ella, necesitaba llevarlo más allá de la belleza, a un lugar más profundo. Su verdadera belleza está dentro y eso es lo que espero se proyecte en forma de luz», concluye Levine. Mientras, Kate Moss se acerca a una etapa simbólica de su vida, las luces de Levine nos ofrecen una visión etérea y eterna, un recordatorio de que el arte, al igual que la belleza, no envejece, sino que se transforma y se profundiza con el tiempo.