Los dos acusados de abusar sexualmente de un hombre con discapacidad mental han negado los hechos este lunes en el juicio celebrado contra ellos. «Yo no he tenido relaciones con ese muchacho nunca», ha declarado uno de ellos, para el que la fiscal mantiene una petición de siete años de cárcel, en tanto que el segundo, sordomudo y analfabeto, en el que concurriría la eximente completa, ha asegurado que vio al principal imputado y a la víctima practicando mutuas felaciones.
Así lo han expresado en la vista, desarrollada en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Cantabria, y en la que también han comparecido el demandante, acompañado por su hermano y tutor legal -que es policía nacional-, así como testigos y peritos.
La víctima, que ha ofrecido distintas versiones, en esta sesión y que difieren también en algunos aspectos de la manifestada ante el juez instructor, ha indicado que conoce a los implicados desde hace tiempo y ha admitido que en 2017 hubo relaciones sexuales en un local de su familia del que él tenía las llaves.
«Fuimos a mi garaje y zaca», ha expresado, para explicar después, a preguntas del Ministerio Público y de las dos defensas, que practicó felaciones a ambos acusados y el principal enjuiciado también a él. Y aunque no se acuerda de quién fue la idea de estas prácticas, ha apuntado que se produjeron «muchas veces», sin precisar un número. Ha agregado que le «gustaba» y no lo pasaba ni se sentía «mal».
El principal acusado, de casi 70 años, ha negado los hechos: «Yo no he tenido relaciones con ese muchacho nunca». Ha explicado que conoce a la víctima de la plazoleta donde iba a jugar con su perro y porque, según ha dicho, le quitaba la pelota que él tiraba al can. Cuando eso sucedía, también se le «arrimaba» y le ponía «la mano en el hombro», aunque ha dicho ignorar lo que deseaba.
«No me parecía una persona normal, la verdad es que no», ha contestado cuando le han preguntado por la discapacidad mental del demandante, al que también conocía de recoger tapas de botellas y periódicos en los bares.
Precisamente, ha reconocido que estuvo en el local en cuestión porque fue a llevarle unos periódicos, pero «solo una vez». «Se los dejé allí y subí», ha afirmado, aunque después ha comentado que había ido más veces al lugar porque tuvo alquilado un garaje para su coche.
También ha señalado que en la fecha de los hechos estaba además el segundo acusado, al que conoce de vender cupones y con el que tenía una relación de amistad, pero ha aseverado que «se quedó arriba».
Por lo demás, ha detallado que le operaron de cáncer de próstata y desde entonces lleva pañal y no tiene deseo sexual, por lo que tampoco ha mantenido relaciones en los últimos años: «Imposible».
El segundo acusado, sordomudo de nacimiento y con conocimiento muy básico de lengua de signos, ha comparecido y seguido el juicio con ayuda de una intérprete de este idioma y, también, de un mediador comunicativo, que ha adaptado la traducción a sus capacidades.
Ha coincidido con el anterior procesado en que se conocían de vender cupones y que eran amigos, y en que estuvieron los tres en el garaje, una sola vez también. Pero ha alegado que él se quedó fuera, desde donde vio cómo se besaban y practicaron una felación, intercambiándose después los papeles.
Ha apuntado que «la idea» de ir al local fue de la víctima -«es el que tiene las llaves»- y ha alegado que él pero no «sabía» a qué iban, agregando que el demandante también intentó bajarle los pantalones a él, pero se negó.
«PAPÁ, VÁMONOS»
Tras la víctima y los acusados, han declarado los testigos, entre ellos el padre del primero, que ha relatado que su hijo se ponía «muy nervioso» cuando les veía por la calle o en el bar donde solían coincidir, y le decía «papá, vámonos».
Después de contar lo sucedido en el centro especial al que acude y que personal del mismo lo pusiera en conocimiento de la familia, se fue «soltando» y «poco a poco, en casa, fue hablando» de lo sucedido en el garaje. «Al principio no decía nada. Estaba muy hermético», ha comparado el progenitor, que no sabe cómo los procesados «convencieron» a su hijo para ir al local.
A la coordinadora del centro a la que manifestó que había mantenido relaciones sexuales con otros hombres le indicó que habían consistido en felaciones, «pero no entró en más detalles», y también le dio a entender que había ocurrido más de una vez.
A esta trabajadora le pareció «muy raro», por el lugar donde se habían producido los encuentros y porque él había tenido relaciones anteriores pero siempre con personas con discapacidad, por lo que se lo trasladó a los familiares, al tratarse de una alguien «vulnerable» que podía estar «en riesgo». También ha explicado que creyó a la víctima pues «nunca antes me había mentido».
NO HAY FABULACIÓN
En este sentido, la psicóloga que valoró a la víctima tampoco cree que se trate de una «fabulación», pues no ve que tenga «capacidad» para tal extremo en «lo esencial del relato».
Y, además, en las dos entrevistas que le hizo repitió «lo mismo» y «exactamente igual» en lo que se refiere al contenido central de los hechos. Y aunque no está especializada en tratar a personas con discapacidad, no ha supuesto «problema» en este caso, pues la capacidad intelectual de la víctima «se puede rebajar a la de un niño».
Por su parte, los forenses han indicado que su patología le impide comprender la «licitud o no» de los hechos y carece de capacidad para discernir lo que hace. Y respecto al principal acusado, han concluido que no poder tener erecciones no implica no sentir placer.
Tras los interrogatorios las pruebas, las partes han elevado a definitivas sus conclusiones y calificaciones después de modificar la fiscal su escrito únicamente para suprimir que los dos procesados «propusieron» a la víctima mantener relaciones sexuales, para indicar directamente que estas se produjeron.
El Ministerio Público han insistido en que hubo un delito continuado de abuso sexual agravado por la vulnerabilidad de la víctima y mantiene la pena de siete años de cárcel para el principal acusado, que a su juicio conocía y aprovechó que la víctima padecía una discapacidad que le afectaba su capacidad cognitiva para conocer la trascendencia de los actos sexuales y consentirlos.
Respecto al segundo, cree que sus circunstancias -sordomudo y analfabeto- le impiden comprender la ilicitud que supone mantener relaciones sexuales con una persona con discapacidad mental, por lo que entiende que concurre en este caso la circunstancia eximente completa y está exento de responsabilidad criminal, aunque solicita para él libertad vigilada, prohibición de acercarse y comunicar con la víctima durante tres años y un curso de reeducación sexual.
En concepto de responsabilidad civil, interesa que ambos indemnicen a la víctima en 3.000 euros por los daños morales causados.
Para la fiscal, ha quedado «plenamente acreditado» que practicó felaciones a los acusados y ha recordado que en estos supuestos la declaración de la víctima, que se ha mantenido «en lo central inalterable» y resulta por tanto «verosímil», es una prueba de cargo suficiente.
El abogado del acusado sordomudo ha asegurado que su cliente actuó como «una marioneta» en manos del otro procesado, que es «el que dirige todo el tema», al ser de los tres el «único con capacidad mental suficiente para dirigir a los otros dos».
Sin embargo, le letrado del principal implicado también ha interesado la libre absolución de su patrocinado, pues considera que la prueba practicada no es «suficiente» para una condena, más con las distintas versiones y contradicciones que impiden «sacar una conclusión clara» de lo sucedido. «Hay algo que no cuadra» y «él no ha hecho nada», ha concluido.